Dentro de la ya –muy- transitada fórmula de la cámara en mano que va narrando una historia (y que después por necesidades resolutivas va trasladándose a otras cámaras ocasionales), Proyecto X posee una estética muy afín a la aún en cartel Poder sin límites. Sólo que en el film protagonizado por adolescentes superpoderosos, la cosa se pone melodramática -con varias muertes y todo- y aquí, si bien el descontrol es descomunal; no. Además de recordar a una película que a su vez es un remix de otras, e incluir toques de las viejas Porky’s o American Pie, se puede decir que Proyecto X es una suerte de Supercool extrema, porque también está protagonizada por tres nerds, que para destacarse deciden organizar una fiesta inolvidable. Un cumpleaños absolutamente extremo que se les va de las manos, con desastres varios que convocarán a la policía y los medios de comunicación. Detrás está el sello de Todd Philips (¿Qué Pasó Ayer?), que se nota en el humor sexual, escatológico, el caos y la oda al mal comportamiento; pero también en su falta de reflexión acerca de estos hechos. Sea como fuere, la película está bien hecha por el británico de origen árabe Nima Nourizadeh y depara un momento de desmedida diversión, ideal para aquellos “fiesteros”, jóvenes y no tanto, que aman las raves con accesorios.