Bueno. Veamos si podemos ir desandando el camino por descarte. El formato "found footage" y el de "falso documental" están definitivamente instalados en este siglo, como una alternativa natural a la estética narrativa clásica. El primero, propone construir una trama a partir de "material de archivo encontrado", a veces con agregados narrados, otras concatenando testimonios (“El proyecto Blairwitch”, 1999). El segundo, usa actores que "actúan" de gente común frente a una cámara que, por lo general, los toma a un costado del cuadro en primer plano, además de combinar grabaciones y tomas en un formato de noticiero para darle ribetes de realismo (“Borat”, 2006).
Adicionalmente, el nuevo siglo vio en los reality shows, con Gran Hermano a la cabeza, la veta para exponer la vida real ante los ojos de un mundo, que se erigió a su vez en juez de la moral pagando algunos centavos para echar o beneficiar a los participantes. Irónicamente parece ser que se cree más en el poder de ese voto que en el de elegir un presidente, pero esto es harina de otro costal.
Desde hace un par de años largos se sumó con bastante fuerza una tercera variante a estas tres formas televisivas de hacer cine. Se trata del "registro webero" que tiene la premisa de grabarlo todo con celulares, cámaras, i.phones, laptops, y todo aquel aparato de electrónica que permita filmar metraje con el objeto de subirlo a internet, y a cuantas redes sociales o páginas de almacenamiento de video existan (youtube). Esto que alguna vez empezó como bromas pesadas y físicas entre estudiantes, se convirtió en la serie Jackass para MTV, luego tomado por la nueva generación que transformó esos videos en su propio y egocéntrico reality.
La obsesión de la fama a cualquier precio hizo, y hace, que aquellos con posibilidades de crear su propio canal puedan explotar al mismo nivel el morbo y la creatividad, el arte y la basura, la moral y los excesos. Así, un video de una chica borracha vomitando en el auto de la policía rápidamente trepa los rankings de visitas y adquiere rating virtual propio. Hace dos semanas se estrenó “Poder sin límites” con un poco de todos estos elementos, pero más tirada a la ficción de historieta, de modo que podemos decir que “Proyecto X” es, hasta ahora, la muestra más cabal de todo esto que decía más arriba.
Humor producido por Todd Phillips significa “gags” zafados, sexuales, escatológicos, y algunos etcéteras. El hombre detrás de la saga “¿Qué pasó anoche?” (2009, 2011) y “Todo un parto” (2010), sabe cuál es su público y qué busca en sus productos. Por lo ya especificado estas tres producciones se diferencian de la que nos toca hoy, pero la idea es que usted vaya percibiendo de cómo vine la mano.
Thomas (Thomas Mann), Costa (Oliver Cooper) y JB (Jonathan Brown) son tres adolescentes típicamente poco populares en una escuela secundaria de Pasadena. El primero quiere festejar el cumpleaños en su casa aprovechando que sus padres no están. Los otros también, pero Costa desea además tener sexo e incrementar la popularidad organizando la fiesta más espectacular, y con más excesos, de la cual la gente tenga memoria. Hay un cuarto integrante que apenas se ve, pues está todo el tiempo registrando con la cámara todo lo que pasa. De hecho la película transita un ritmo al estilo "montaje en cámara", ya que toda la acción transcurre en un día.
“Proyecto X” parte de la base de dar por entendido que todos conocemos a los jóvenes, sus problemáticas, su relación con sus pares, etc; evitando así tener que presentar personajes, conflictos... Un guión... ¡bah!
Utilizando simulaciones de improvisación y cierta frescura en todos, y todo lo que aparece en imágenes, da la sensación de ver un montaje en cámara o una filmación que tuvo lugar durante 24 horas, de la cual se extrajo esto que vemos en pantalla. Evidentemente este recurso se vuelve limitado y en poco tiempo cae en su propia trampa. Traspasa los límites que se autoimpuso y uno empieza a pensar: ¿Quién está filmando esto? ¿Donde se ubicó para hacerlo? Si el falso camarógrafo está arriba del techo para tomar a alguien que se tira desde ahí a una pileta, ¿cómo hace para luego tomarlo desde abajo al mismo tiempo? ¿Se tiró dos veces? La ruptura del verosímil tampoco parece importar en estos casos.
Así y todo puedo decirle que “Proyecto X” será una producción tremendamente exitosa, porque tanto el productor como el realizador supieron combinar perfectamente el formato que busca el público joven, con el aggiornamiento de gags extraídos de “Porky's” (1982), “El último americano virgen” (1982), “American pie” (1999, 2009) y otras comedias sobre tetas y alcohol correspondientes a la "irreverencia" de cada generación. En este sentido, las escenas en la que se ve a los chicos irse al carajo en una fiesta que pondera llegar al límite de los excesos, más que escandalizar a nadie podrían funcionar como un espejo de lo que hoy ocurre.
Si usted entra en el juego propuesto, y está más allá de lo estético a la hora de conectar con este tipo de humor, habrá momentos rematadamente graciosos.
¿El cine? Definitivamente está lejos de estar representado por esta película.