Seguro que durante los últimos años de secundaria, uno pensó que esa época era el tiempo de gloria para salir de fiesta, emborracharse y pasar las mejores noches de sus vidas. Ni lerdo ni perezoso, Todd Phillips, director de películas descontroladas como Old School, Due Date y las Hangover, vio una oportunidad de llevar el desenfreno de las despedidas de solteros de sus últimas películas hacia un territorio más juvenil. El resultado es Project X, una comedia que separa las aguas, en el sentido que está dirigida a un sector demográfico específico que de seguro disfrutará con fervor este alocado festejo, aunque el resto no encontrará quorum al verla.
Al comenzar la historia, un trío de perdedores (típicos arquetipos de este tipo de productos) planea una noche fuera de serie para ganarse un nombre por sí mismos y terminar el colegio con un sacudón de popularidad. No hay nada más raro en ella, sino que sigue los mismos patrones de las nuevas comedias de adolescentes como Superbad y demás: los eternos derrotados terminan conquistando la noche, convirtiéndose en leyendas y superando todo obstáculo imaginable. Donde cambia el enfoque es en el guión de la misma y por cómo encara su narración.
El escritor devenido en guionista Michael Bacall, quien firmó la extremadamente recomendable Scott Pilgrim vs. The World, junto con el novato Matt Drake, rellenan la trama con personajes básicos pero con diálogos frescos cargados de mala leche. Este clásico comportamiento de adolescentes se produce en el marco de muchas situaciones que devienen en una espiral fuera de control, las cuales culminan en el caos máximo. El director debutante Nima Nourizadeh opta por tomar el interesante punto de vista "cámara en mano" para contar esta desopilante historia bien de cerca. Mediante un chico más que filma toda la odisea y a través de los teléfonos que tienen varios protagonistas, se crean varias perspectivas que realmente hacen sentir que uno está dentro de esta celebración del mal comportamiento.
El trío de desconocidos protagonistas hacen un buen trabajo con una química palpable entre ellos, aunque el amigo gordo, Jonathan Daniel Brown, sirva de punching ball verbal y apenas sobresalga como personaje, y el agregado de Martin Klebba este completamente de más como el enano desquiciado.
Alcohol, drogas, sexo, no falta nada en este combo de entretenimiento asegurado que presenta Project X. Mayores de 35, abstenerse, esta no es su clase de fiesta...