A pesar de todo me siento bien
Pasaron ocho años desde el éxito internacional de Once y el irlandés John Carney vuelve a los cines argentinos con una película salida de la misma matriz que aquella pequeña historia romántico/musical exhibida en el BAFICI 2007. Protagonizada por el todoterreno Mark Ruffalo y Keira Knightley, ¿Puede una canción de amor cambiar tu vida?, horrible traducción local del mucho más preciso título original Begin Again, conserva el espíritu indie de su hermana menor, su mensaje esperanzador, la concepción de la música como síntoma y disparadora de situaciones internas. Conserva todo, tanto que el gusto es el de un poco menos de lo mismo.
Dan (Ruffalo) no pega una. Divorciado, fumador y bebedor compulsivo, atraviesa una crisis personal devenida en laboral cuando la compañía discográfica en la que trabaja lo despide porque hace años que no descubre un talento. Esa misma noche, por esas jugadas del destino tan habituales en Hollywood, caerá un bar donde oirá a Gretta (Keira Knightley), una letrista y cantante londinense amateur que tampoco la pasa muy bien -está recién separada después de una infidelidad- pero que, al menos para él, es un diamante en bruto.
Begin Again mantiene la química melómana y humana entre sus protagonistas de Once, pero deja de lado el tono naturalista y eminentemente urbano que la convertían en un fresco poético-callejero para, en cambio, aportar una mirada estilizada de una Nueva York recorrida por la dupla con el objetivo de armar un disco grabado en distintos lugares emblemáticos de la ciudad.
Concebida como una feel-good movie en la que nada podrá salir del todo mal, menos sugerida que su predecesora y más subrayada en sus buenas intenciones, Begin Again se convertirá en una de esas películas amables, disfrutables y felizmente inofensivas que difícilmente molesten al espectador. Los antecedentes, de todas maneras, presagiaban algo mejor.