Once again
Tocala de nuevo, John. Carney repite la fórmula de Once (2006), hermosa película sobre un músico callejero. Es inevitable entonces comparar ambos films. Lo que gana en su nuevo trabajo con la solidez de sus intérpretes lo pierde en frescura y, sobre todo, en música. Habrá que decir entonces que algo de la honestidad de Once se perdió en la calle, y no es un dato menor teniendo en cuenta que la autenticidad y la fidelidad a uno mismo son los temas que más le preocupan al director irlandés.
Un productor con un pasado exitoso y un presente caótico (el gran Mark Ruffalo) cree encontrar un diamante en bruto en Gretta (Keira Knigthley, dejando de lado la habitual dama de época), una cantante inglesa abandonada por su novio (Adam Levine, parodiándose a sí mismo) justo en el momento en que este empieza a triunfar en la industria. Es entonces cuando la película se disfraza de comedia romántica, pero por suerte se queda en amagues y resulta divertida sin ser cómica, mientras sobrevuela el amor en todas sus formas sin forzar situaciones. As time goes by, es el comienzo de una bella amistad.
Hay cierta inocencia de cuento de hadas en esa unión de perdedores hermosos, y la mayoría de las canciones no son todo lo geniales que deberían ser, pero aún así funciona.
Párrafo aparte para la pregunta del título, pregunta que sólo se hace el traductor, ya que el director había optado por una frase mucho más simple. Y corta.
Yo creo que puede.