Una fórmula indestructible
Hoy en día es una rareza que Steven Spielberg dirija una película, ya que últimamente lo hemos visto en innumerables proyectos como productor ejecutivo.
Si hay una fórmula es la que no falla con Tom Hanks, cuando de películas bélicas se trata. En esta ocasión, Puente de espías, Spielberg nos muestra la labor en la que se enfrenta el abogado James Donovan al defender a un hombre acusado de ser espía ruso, en plena Guerra Fría.
Esta producción es apta para aquellos que no quieren saber la trama de entrada; para aquellos que no son ansiosos, ya que la película avanza de a poco y nos revela las tramas hacia el final. Esta estrategia la vuelve imprevisible y fascinante a la vez, algo que muy pocos directores pueden hacer y salir airosos.
La cuarta colaboración de Spielberg con Hanks no defrauda y mantiene en vilo al espectador, no se centra en la guerra, sino que nos muestra la psicología del personaje. Este punto es fundamental para una buena historia, ya que representa el corazón del film.
Sumado a las decisiones de su protagonista, estamos ante muchos momentos de tensión que, minuto a minuto, el espectador desconoce el rumbo que pueden tomar los personajes.
Los 144 minutos de película no se resienten, al film no le sobra nada y tampoco presenta fisuras desde el guión o en los rubros técnicos.
Spielberg demuestra seguridad en cada plano, en cada escena y eso no se ve todos los días. Todo director tiene a su actor fetiche, así como Scorsese rara vez ha fallado con Leonardo Dicaprio o Burton con Johnny Depp. La pareja reseñada aún no ha pasado por un trago amargo, pero a juzgar por los productos brindados parece que están muy lejos de hacerlo.