Imperdible viaje a la Guerra Fría
Spielberg y los hermanos Coen llevan al espectador en un viaje imperdible por la Guerra Fría que tiene todos los condimentos, aunque es mucho mas que una película de espías.
Sobre todo, "Puente de espías" es un film histórico que narra con lujo de detalles los pormenores de un famoso episodio de la Guerra Fría, el intercambio de un espía soviético infiltrado en los Estados Unidos por un piloto estadounidense capturado cuando los rusos derribaron un sofisticado avión espía. El gran truco de la película y del guion de los hermanos Joel y Ethan Coen es contar los eventos desde el punto de vista de un hombre común que por pura casualidad se vio metido en las difíciles e inéditas negociaciones que dieron lugar a ese intercambio.
La película empieza en 1957, muy al estilo de films de espías de esos tiempos (uno podría recordar "El ladrón", con Ray Milland convertido en un espía que nunca habla) con la detención del coronel Rudolf Abel (Mark Rylance), que mientras simula pintar paisajes, recoge secretos atómicos escondidos cerca de su atril. Pero la detención implica un juicio y el abogado experto en seguros que interpreta Tom Hanks es prácticamente obligado por los dueños del estudio donde trabaja para que defienda al espía ruso. Es un pedido del Gobierno, para simular de juicio justo. Al personaje de Hanks no le dan opción, pero una vez enfrentado al caso se toma el asunto totalmente en serio, con el riesgo de convertirse en una de las personas más odiadas de los Estados Unidos.
Como experto en seguros, el abogado defensor construye una tesis acerca de la posibilidad de que, del mismo modo que EE.UU. pueda tener capturado un agente ruso, los rusos puedan capturar un agente norteamericano, generando así la idea de un intercambio que en ese momento casi parece un ardid para evitar la pena de muerte de su defendido. Sólo que en forma paralela a estos eventos que tienen lugar en Nueva York, en Pakistán hay unos pilotos de la CIA aprendiendo cómo sucidarse si los rusos los atrapan mientras hacen vuelos de espionaje con un sofisticado avión que vuela a gran altura y que tiene como nombre código "El artículo".
Con una minuciosa técnica de montaje paralelo Spielberg vuelve fluida y entendible una maraña kafkiana aprovechada al máximo por el humor absurdo de los hermanos Coen, que especialmente cuando la acción se traslada a las dos Alemanias justo después de la instalación del Muro- aplican todo su talento a describir personajes y situaciones estrafalarias, pero no por eso menos reales. Y a decir verdad, sin esta dosis de sentido del humor, "Puente de espías" seria oprimente hasta lo insoportable.
Tom Hanks, con el riesgo de ser más él mismo que otra cosa, es el que consigue que el espectador se identifique con tantos personajes misteriosos de la compleja historia. Luego, Mark Rylance se roba cada escena como el espía ruso que no se preocupa ante nada. Y entre los numerosos personajes que empiezan a aparecer cuando la acción se muda a Berlin, el que se destaca es Sebastian Koch como un enigmático abogado de Alemania Oriental que quiere que su país también participe del intercambio.
"Puente de espías" realmente logra transportar al espectador a la Guerra Fría, con humor, pero sin ahorrar horrores. En este sentido, las imágenes son desoladoras, con climas en los que el talentoso cinematographer Janusz Kaminski se ha lucido antes, y también vuelve a lucirse ahora.