En varias ocasiones, Steven Spielberg ha revisado hechos históricos para construir una serie de películas en clave de firme declaración de principios. En ese apartado se encuentran títulos como La lista de Schindler, Rescatando al soldado Ryan, Munich, Caballo de guerra y Lincoln. A veces cayendo en cierto exceso de solemnidad, otras tentado por el subrayado discursivo; el gran cineasta finalmente da en la tecla justa con Puente de espías y logra su film más clásico, sobrio y elegante.
Tom Hanks interpreta al abogado James Donovan, un hombre dotado de un gran sentido de ética profesional que recibe el trabajo menos deseado: defender a un espía soviético que ha sido capturado por el FBI en Brooklyn, hacia fines de los '50, en pleno pico de la Guerra Fría. Ni su familia ni la mismísima patria simpatizan con esta causa, pero Donovan se aferra a su única premisa moral: hacer lo correcto. Un poco más tarde, un piloto americano es derribado cuando sobrevuela cielo ruso tomando fotografías de las bases nucleares de aquella nación enemiga. El intercambio de rehenes se erige como la gran opción para que ambos bandos recuperen a sus ciudadanos. Y Donovan será el hombre clave en esa negociación que tendrá como escenario una gélida Alemania.
La primera parte de la película apuesta por un clima más bien intimista, con unas sutiles charlas entre el defensor que interpreta Hanks y Rudolf Abel, el espía soviético que encarna un Mark Rylance que va camino al Oscar por su precisa actuación. En este tramo, el guión de Matt Charman, que contó con la eficaz reescritura de los hermanos Coen, se encarga de establecer un pacto entre los personajes que va más allá de las palabras. Para sellar esa alianza de lealtad, Spielberg no necesita regodearse en dramas personales, ni en forzar una situación de empatía entre sus criaturas. El vínculo entre Donovan y Abel mantiene el pudor y la distancia que amerita el crudo entorno político que los rodea, pero así y todo, queda en claro que la confianza que se profesan tiene un verdadero propósito. Mientras dos super potencias protagonizan una desmesurada escalada armamentista que las colocará al borde del estallido, Donovan comprende que la clave de todo está en la negociación y el diálogo.
A nivel formal, el director se muestra más riguroso y medido que nunca. La música de Thomas Newman aporta un apoyo discreto, lejano a la orquestación recargada que ha sido tan frecuente en la filmografía de Spielberg. La fotografía del polaco Janusz Kaminski, habitual colaborador del realizador, es de un grado de exquisitez inusual en el cine industrial de hoy. Las texturas logradas en la escena del intercambio, sobre un puente alemán en una madrugada bajo la nieve, se presentan como una verdadera cátedra de cine depurado al que se le agrega un toque exacto de potencia teatral.
Para aquellos que esperen una propuesta adrenalínica y pirotécnica, vale aclarar que este no es un relato dominado por vertiginosas escenas de acción. Tampoco se erige como un compleja y sesuda lectura de acontecimientos históricos. Steven Spielberg logra actualizar esos hechos y personajes basados en la realidad, y omite el ejercicio de exaltación nacionalista. Más allá de un par de subrayados, vinculados con los fusilamientos de quienes intentaron saltar el muro de Berlín, y una que otra escena en la que muestra a su patria más civilizada y cuidadosa que la super potencia enemiga; el realizador avanza sobre la idea de que hoy somos ciudadanos del mundo. La escueta presencia de símbolos nacionales flameando, está en plena concordancia con una historia que postula a un hombre común que logra mantenerse en pie frente a todo ese absurdo de poder y prepotencia. Las banderas son trapos que los gobiernos manipulan para incrementar su poderío a costa de los méritos de tipos como Donovan, que salen de su casa cada día con maletín en mano, sin otro objetivo que el de hacer lo que corresponde.
Bridge of spies / Estados Unidos / 2015 / 141 minutos / Apta mayores de 13 años / Dirección: Steven Spielberg / Guión: Matt Charman, Ethan Coen y Joel Coen / Con: Tom Hanks, Mark Rylance, Alan Alda, Amy Ryan, Eve Hewson y Peter McRobbie.