De haber podido hacerlo, creo que tanto Steven Spielberg como Tom Hanks hubiesen hecho Bridge of Spies dormidos. La película tiene una esencia tan propia de ellos dos que está más allá del bien y del mal, lo cual puede ser un arma de doble filo. No es ni el mejor ni el peor de los trabajos del cineasta y el actor, pero en ningún momentos alcanza esos niveles de efervescencia que las filmografías de estos veteranos del medio han presentado antes, y en mayores cantidades.
En papel, la historia de un abogado estadounidense que tiene que enfrentarse primero a la Justicia americana para que un supuesto espía soviético tenga un juicio justo, y luego para mediar el intercambio de dicho espía con su contraparte norteamericana atrapada en tierras rusas es interesante, y más en manos de un consagrado director como Spielberg. Por desgracia, la dramatización de tales eventos nunca llega a vislumbrarse del todo en pantalla, ya que desde el guión de los hermanos Joel y Ethan Coen todo se reduce a muchas negociaciones detrás de bambalinas, encuentros que parecen no ir hacia ningún lado y algún que otro estallido de adrenalina aquí y allá, pero que poco se acomodan a la intriga internacional que propone la trama. El formato le vendría bien a un documental, pero incluso con la mano maestra de Spileberg y compañía, el resultado es bastante frío y francamente no tan fascinante como otros proyectos del director. Incluso Lincoln tenía más sensación de emoción que la presente, y eso que dicha película involucraba los esfuerzos del presidente americano por generar una nueva Enmienda en la Constitución del país.
Con esto no quiero decir que Bridge of Spies es un bodrio hecho y derecho. Todo lo contrario. El carisma inherente de Hanks remonta cualquier escollo que la trama pueda presentar, y toda escena con él y Mark Rylance en pantalla es maravillosa, donde dos actores de talento se sacan chispas con sus idas y vueltas verbales. Son esos pequeños momentos que Spielberg siempre logra en sus películas, lo que vale realmente la pena. A nadie le calza mejor el papel de honrado bonachón más que a Hanks y el actor cumple llenando esos zapatos tan nobles que la historia requiere.
Entre tantas charlas, idas y vueltas, y demás, las negociaciones no presentan una trama cinemática como dije previamente, pero eso no quita que Spielberg entregue un producto de calidad. La reconstrucción de época y la alucinante fotografía de Janusz Kaminski logran pasajes sobrecogedores y muy vistosos, que seguro lograrán a futuro rascar alguna nominación en los premios venideros.
Bridge of Spies tiene un claro sector demográfico que sin dudas disfrutará a pleno de este estreno, pero el resto quizás se quede afuera de los entretelones políticos que presenta la película. Al igual que Clint Eastwood, Spielberg se ha abocado de lleno a un estilo de cine que puede parecer pasado de moda, pero que en definitiva sólo generará bullicio entre aquellos acostumbrados a éste tipo de films.