Un puente histórico.
Pasaron diez años para que Tom Hanks vuelva a ser dirigido por el inigualable Steven Spielberg, su último trabajo en conjunto había sido en el 2004 en la recordada y correcta La Terminal. Esta vez el binomio de actor y director se reúne para contar la historia de James B. Donovan (Hanks), un abogado de seguros a quien el gobierno de los Estados Unidos le encarga un trabajo que terminará convirtiéndose en una misión diplomática, dejando huella en la historia mundial. Basada en hechos reales, y con colaboración de los hermanos Coen en el guión, la historia se sitúa en la década del 60, en plena Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética.
En este contexto el FBI captura un espía soviético, a quien Donovan deberá defender, aunque con la firme intención por parte del gobierno de condenarlo a la pena de muerte. Primero reticente a hacerlo, el abogado crea una relación de empatía con su defendido, priorizando -como debe ser- las leyes ante cualquier acusado de un crimen. Esto lo llevará a ser visto como enemigo por sus propios colegas y toda la sociedad norteamericana, sufriendo incluso atentados violentos contra su familia.
En la contemporaneidad de este caso, el piloto americano Francis Gary Powers es capturado por la Unión Soviética, con lo cual Donovan tendrá ahora una nueva y más arriesgada misión: llevar a cabo la negociación entre los dos países para hacer un intercambio de prisioneros, con el agregado que dicho intercambio se llevará a cabo en Berlín Oriental, una ciudad en pleno caos. Aquí Spielberg vuelve a lo que tanto disfruta recrear, el mundo de la guerra sin mostrar la guerra en sí. Estamos ante un relato de espionaje bien llevado, de manera lineal, el cual nunca cae en un pozo argumental pero tampoco logra un mayor nivel de tensión.
Con su maestría en el manejo de los tiempos de la narración, el correcto uso del montaje y el pulso formidable de los diálogos, Puente de Espías merece ser vista, desde sus personajes bien construidos hasta la recreación de época, que a esta altura el director domina a la perfección: todo nos lleva a una película donde la historia nos atrapa de la mano de un Tom Hanks que por suerte nunca decepciona.