Un puente sobre el mar
A comienzos del nuevo milenio, Tom Hanks y Steven Spielberg se juntaron para llevar adelante Atrápame si Puedes (Catch Me If You Can) y La Terminal (The Terminal). El resultado es conocido: una obra maestra absoluta y una buena película, respectivamente. Ahora, a más de 10 años de aquella unión, vuelven a ponerse delante y detrás de la cámara para brindar con Puente de Espías (Bridge of Spies) otra gran propuesta.
James Donovan (Hanks) es un exitoso abogado de seguros. En plena Guerra Fría, Estados Unidos atrapa a Rudolf Abel, un espía soviético. La estrategia del gobierno yankee es demostrar al mundo que Abel será enjuiciado justamente, y le encomiendan su defensa al bueno de Donovan.
Lo que parecía una mera formalidad -ya que la condena de Abel se ve venir de lejos- empieza a complicarse por algunas fallas en la detención del ruso, a las que se agregan la obstinación (en el buen sentido de la palabra) de Donovan por otorgarle a su cliente todas las garantías constitucionales. La rectitud de éste le trae como premio (PONELE) mediar para la CIA el peligroso intercambio de Abel por un piloto americano derribado en suelo soviético y un estudiante injustamente detenido en Alemania.
Spielberg es uno de los más grandes directores de todos los tiempos. El tipo es un animal cinematográfico y su presteza narrativa es abrumadora. Puente de Espías sigue en esa línea: el tipo jamás le erra en el relato, y ya hasta resulta obvio adularlo sobre ese apartado; aunque no por ser “obvio” hay que dejar de destacarlo.
Steven Spielberg es un animal cinematográfico cuya presteza narrativa es abrumadora.
Cualquier otro realizador que hubiese tenido en manos la historia de este film hubiese llevado adelante un panfleto patriótico insoportable. Por suerte Spielberg balancea la crítica/elogio hacia los bandos enfrentados (Estados Unidos vs Unión Soviética) para evitar inclinar el peso de la película hacia un fervor demasiado patriótico.
Hay en Puente de Espías esa línea del Spielberg más moral y reivindicador de valores, como en Munich o Lincoln: ese Spielberg que disfruta de poner a disposición una gran película que, además de entretener, pueda dejar bien claro su visión de la historia; y que de alguna manera intenta transpolar esa visión a la actualidad. Acá pone a su protagonista (un, como casi siempre, inmenso Hanks) en situaciones límite, donde cada decisión tiene un peso sobre la conformación moral del personaje. Donovan todo el tiempo se está jugando su nombre y reputación, pero el tipo jamás deja de lado su integridad u honradez para zafar del contexto adverso en el que se va metiendo poco a poco.
Puente de Espías es un film que pareciese pertenecer a otra época del cine y no a la que transcurre en estos tiempos. Es una película que camina con la tranquilidad y la conciencia de saber que está haciendo siempre lo correcto, lo que la ley y la honestidad indican; pero –ojo- sin dar lecciones ni apuntar con el dedo, sino mostrando con sabiduría que el camino hacia la paz -o el de no desencadenar una guerra- se tiene que transitar recto y por la senda que corresponde.