Tomando a la guerra fría, aquella que enfrentó a las dos potencias nucleares y armamentísticas más importantes del siglo XX, “Puente de Espías” (USA, 2015) la última producción de Steven Spielberg trabaja con el imaginario relacionado a los agentes infiltrados que posibilitaron la trasmisión de información entre países de una manera sutil y controlada y que, justamente, fueron las claves para poder realizar la tarea de “hormiga” en relación a la venta y control de “secretos” en el mercad internacional.
La acción del filme comienza bien arriba, con Abel (Mark Rylance) un hombre mayor que dedica sus horas a la pintura, pero que aparentemente esconde algo, mientras es seguido de cerca por la CIA para descubrir sus verdaderas intenciones.
El seguimiento de Abel por parte de los “buenos” del filme, genera una dinámica impecable, para un primer momento de “Puente de Espías” en el que no hay diálogos, sólo imágenes y una música incidental que acompaña la persecución a pie del anciano.
Cuando finalmente Abel es apresado, pero no del todo confirmada su participación como espía ruso en los Estados Unidos (porque con habilidad, esmero, y mucha paciencia, ha eliminado las pruebas), tocan a la puerta del despacho del abogado James Donovan (Tom Hanks) para que sea el encargado de la defensa del hombre, con la clara intención de no ser visto el país como unos bárbaros que no le otorgan la posibilidad de un juicio transparente para el traidor.
A regañadientes acepta la tarea, con la clara convicción que el caso será una bisagra en su carrera y vida personal, pero sin saber del todo los alcances de estar defendiendo a un espía ruso en su propio país.
Pero mientras avanza en la tarea, y cada vez más miradas se posan sobre él y su familia, juzgándolos, amenazándolos y dejando en evidencia la poca empatía y compasión sobre ellos, algunos sucesos internacionales desencadenan que detrás de esa defensa, que en principio era más una cuestión de deber moral ante los ojos del mundo, sea, gracias al trabajo y esfuerzo de Donovan (impecable Hanks), la posibilidad de poder recuperar con vida a dos ciudadanos (un piloto y un estudiante) norteamericanos del extranjero.
En “Puente de Espías” la trama se va complejizando a medida que la narración de los hechos reales, y que encontraron en ese puente la resolución a una de las muchas contiendas más políticas que bélicas y que enfrentaron a países durante varios años.
Spielberg cuenta la historia apoyado en una reconstrucción de época única y en la que la imagen, con una clara reminiscencia al film noir (algunos planos son cuadros e ilustraciones de este tipo de género, y poseen una belleza sublime), va desandando los pasos de un abogado que supo relegar a su familia para cumplir, al 100 por ciento con una tarea que sabía que iba a terminar en colocarlo en un lugar que esperaba.
“Puente de Espías” es una película histórica, que sabe que entretener suma, razón por la cual deja este punto en un primer plano, logrando una tensión y un suspenso increíbles y necesarios para mantener en vilo al espectador a lo largo de los 141 minutos de duración. Spielberg lo hizo de nuevo.