Un Spielberg que cumple con lo que promete pero no mucho más.
El espionaje que tanto nos apasiona y que ha nutrido las miles de películas que conocemos sobre el tema ha tenido su auge de popularidad durante la llamada Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, que llegó a su punto de mayor tensión en los años 60. Con Puente de Espías, el galardonado realizador Steven Spielberg se mete con una historia dentro de este conflicto que si bien tiene un valor narrativo acorde a alguien con su trayectoria, no suscita tanto interés.
Do svidaniya
James Donovan es un abogado de Nueva York que recibe la peculiar oferta de representar legalmente a Rudolf Abel, un inmigrante ruso acusado de espionaje. Lo que es en principio una defensa publicitaria para quedar bien, termina salvando a Abel de una posible ejecución dado a que algún día puede servir como ficha de intercambio al caer algún norteamericano en manos rusas. La estrategia rinde frutos, y cuando un avión espía norteamericano cae en Rusia, quedará en manos de Donovan la negociación final para que ambas partes sean devueltas sanas y salvas a sus respectivos países.
El guion de Puente de Espías está decentemente estructurado, pero no puede evitar cierto tono de patrioterismo que se infiltra en la narrativa. Es una historia sencilla de predecible final feliz, aunque hacen esfuerzos denodados para que podamos ver el peligro que se corría en todo momento. La película también hace hincapié en la total falta de consideración hacia la santidad de la vida humana por parte de los servicios de inteligencia, considerándola poco menos que una ficha en un juego de mesa. Pero lo que pasa es que Puente de Espías lo muestra como una novedad, y muchas películas ya han ilustrado esto a lo largo de los años.
No tiremos tomates a los Coen por favor. A ojo de buen cubero, les puedo garantizar que la mano de los hermanos esta exclusivamente en los pocos momentos de humor que tiene la cinta.
Por el costado técnico, tiene una gran fotografía y una monocromática dirección de arte que sabe poner en el clima del aparente peligro que experimentan los personajes. La dirección de Spielberg es adecuada y fiel a su estilo (tomas largas que son editadas cuando es necesario) se limita a hacer lo que sabe y no mucho más.
Actoralmente hablando Tom Hanks obra de oficio y se queda en un molde específico. Si buscan algo en el nivel de esta película que destaque por encima de la media, lo van a encontrar en Mark Rylance que da vida al Profesor Abel.
Conclusión
Puente de Espías es una de esas películas que como reza el viejo adagio no es “ni tan fea que espanta ni tan linda que enamora”. Que posee una impecable realización esta fuera de toda discusión, lo que se le achaca es que no vaya más allá. Si la eligen, mal no la van a pasar, pero si no, no se están perdiendo de nada.