Puentes

Crítica de Miguel Frías - Clarín

El fin de la inocencia

En tiempos en que la suma de todos los miedos está puesta en el afuera, Puentes muestra una perspectiva distinta: la carga de angustia, malestar y violencia preadolescente que se engendra (o no se sabe contener) en la familia y en instituciones como la escuela.

La opera prima de Julián Giulianelli, egresado de la FUC, se centra, sin caer en psicologismos ni obviedades, en la pequeña historia de tres chicos de 12 años del conurbano, que avanzan -sin saberlo- hacia la implosión. El relato tiene tres partes bien diferenciadas.

En la primera, Matías, Tomás y Pedro son mostrados jugando al fútbol en baldíos, aburriéndose en el colegio y, sobre todo, acumulando angustias en sus casas. Giulianelli los muestra y compara, sutilmente, en sus mesas familiares: ámbitos que transmiten opresión a través de imágenes y silencios.

Matías come sólo con su madre, de aspecto sufrido, sobre un mantel de hule, en lo que parece ser un humilde patio interno. Pedro asiste a un contrapunto entre sus padres, que se termina donde empieza la resignación. La familia de Tomás es la más pudiente y la menos comunicativa: mientras el chico hace zappingcon el control remoto, el padre -de aspecto autoritario- lee el diario: la madre tiene cara de mujer sometida, temerosa de las reacciones de su marido.

La segunda parte, en la que Tomás se apodera de un arma del padre de Pedro, amenaza con convertise en una suerte de Elephant vernácula, aunque también tiene otros guiños a personajes alienados. En una escena, Tomás prueba en su cuarto el modo de sacar el arma que lleva bajo la ropa. Una versión infantil de De Niro en Taxi Driver. Sobre una mesa, un autito de plástico delata los restos de su infancia.

La tercera parte, casi un largo epílogo, transcurre tras un desborde violento que conviene no adelantar. Los chicos -de actuaciones dispares, no siempre tan naturales como intenta ser el filme- irán errando por el centro porteño, donde, en medio de la noche, se cruzarán con personajes que suelen ser considerados "peligrosos" por familias como las de ellos. Hay algo de réquiem, de despedida, de dura iniciación, de desamparo y de final de infancia.