Estrenada en el último festival de Mar del Plata, Puerta de hierro, el exilio de Per ón , con Víctor Laplace en el triple rol de director, coguionista y protagonista, narra la vida de Juan Domingo Perón en el exilio, sobre todo durante su larga estadía en Madrid, antes del regreso a la Argentina en noviembre de 1972, luego de diecisiete años de ausencia obligada. Ante la imposibilidad de presentarse como candidato presidencial, Perón impulsó la fórmula Cámpora-Solano Lima, una salida electoral que quedó resumida en la famosa consigna "Cámpora al gobierno, Perón al poder". La historia es conocida. Esos años de exilio del militar argentino que fue elegido tres veces presidente por voto popular estuvieron marcados por la resistencia peronista en la Argentina, una lucha iniciada luego de que entrara en vigencia, en 1956, el decreto 3855 promulgado por el gobierno golpista que lo había derrocado, que disolvía el Partido Justicialista, inhabilitaba para ocupar cargos públicos a todos los dirigentes políticos y gremiales que los hubieran ejercido durante los gobiernos de Perón y prohibía el uso de todos los símbolos peronistas e inclusive nombrar en público a Perón y Evita. En ese contexto, Perón se ocupó de diseñar su regreso al país, mientras se mantenía en contacto permanente con los referentes de su heterogéneo movimiento político. Técnicamente impecable (es muy bueno el trabajo de fotografía de Diego Poleri), la película de Laplace tiene además un ritmo narrativo sostenido y un buen desempeño actoral del protagonista. No cumple sin embargo con la promesa de mostrar a Perón con sus virtudes y contradicciones que Laplace anunció en el catálogo del Festival de Mar del Plata.
Igual que el Néstor Kirchner de Paula de Luque, este Perón es un personaje casi impoluto: decidido, equilibrado y valiente, habla casi siempre a través máximas y debe lidiar con la deslealtad de algunos de sus seguidores, nunca con alguna equivocación propia. Es un Perón solemne, idealizado y cercano al bronce que celebrarán los convencidos y rechazarán los opositores de siempre. Es decir, en sintonía con un relato histórico cristalizado que obtura preguntas y resignificaciones y no prenuncia el trágico desencuentro que se produciría entre el veterano líder político y la sociedad movilizada de los 70, paso previo al período más oscuro de la historia contemporánea del país..