Se trataba indudablemente de una empresa ambiciosa, desafiante, y hasta controvertida, recrear los aspectos fundamentales de lo que ocurrió en los largos años de exilio del Gral. Perón. No era fácil contar y llevar a la pantalla ese segmento de la historia argentina,
que no se desarrolló aquí sino en la capital de España, Madrid, sin muchos registros ni testigos vivos de esos sucesos. Por otra parte había que encontrarle el punto justo a cada cosa.
Víctor Laplace, como co director junto a Dieguillo Fernández, coguionista e intérprete excluyente, lo logra en gran medida. Con apropiados ingredientes narrativos, políticos y sentimentales Puerta de Hierro, el exilio de Perón va desgranando los aspectos más significativos de ese encierro, de esa prisión al aire libre de un hombre cuya única libertad posible era volver a su patria. Con sus contradicciones en el tema, claro, alguna indecisión y flaqueza, pero con su capacidad dialéctica y conductiva aún a pleno. Precisamente ese flanco humano es el que destaca Laplace en su personificación –notable actuación, una de las mejores de su carrera- y descripción del gran líder. Entre tantos nombres legendarios ligados al peronismo histórico, la participación de un personaje ficticio como el de Sofía (Natalia Mateo) resulta uno de los aciertos del film, al que
se suman rubros técnicos de gran valía y excelentes composiciones de Victoria Carreras, Fito Yanelli y Javier Lombardo, entre otros.
Más allá de algún subrayado doctrinario, el film cumple en atraer y emocionar.