Puerto Almanza se llama la localidad más austral de la Argentina, así como el documental que Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman produjeron con la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. La presentación del largometraje promete mostrar «un costado desconocido» de esta provincia devenida en atracción turística y polo industrial. Algunos espectadores encontramos algo más interesante todavía: una invitación a (re)formular el significado de Libertad.
De los setenta habitantes permanentes de este asentamiento, Lattanzi y Feldman se concentran en dos varones cincuentones: Rolo, pescador que vive con sus cuatro hijos, los únicos niños del lugar, y Santiago, ex convicto, ex adicto al juego, a la espera permanente de la visita de un hijo veinteañero que no crió. El otro gran protagonista de la película es el paisaje, incluidos –por mención o aparición– algunos animales.
La fotografía de Guido De Paula captura la gama de grises y azules que varían según se impone la nieve, la montaña o el mar. A partir de estas imágenes, los realizadores ilustran la relación de sus entrevistados con la naturaleza, aspecto fundamental de la Libertad sugerida (la comunión con el medio ambiente en tanto requisito para «ser en el mundo» en palabras de Martin Heidegger).
Las reflexiones sobre el trabajo, el dinero, la paternidad, los otros enriquecen la arista filosófica del documental. Lattanzi y Feldman también exploran una veta sociológica mediante la atención que les prestan a las dificultades de Rolo a la hora de garantizar la escolaridad de sus hijos, y a los recuerdos de Santiago sobre el tiempo que pasó en la cárcel. Uno y otro testimonio aluden a un Estado más preocupado por sancionar al ciudadano que por arbitrar los medios necesarios para asegurar el cumplimiento de sus derechos.
En este marco aparecen dos entrevistados secundarios: una maestra todo terreno y otro pescador. El reclamo de una escuela que reemplace aquélla improvisada «en Recursos Naturales» constituye el núcleo de un micro-relato con escenas conmovedoras como el partidito de fútbol entre la docente y sus alumnos, y el cierre del año lectivo previo a la inauguración del establecimiento educativo rural, bautizado «44 Héroes del Submarino ARA San Juan«.
Puerto Almanza, se nota, está hecho con mucho amor. Después de ver el documental, algunos espectadores sentimos ese afecto profundo, no sólo por el asentamiento fueguino homónimo, sino por los espíritus libres y corajudos que se animaron a poblarlo con la intención de convertirlo en «reino» como dice Rolo, o en refugio según sugiere la poesía de Santiago