La nueva versión de “Punto Límite” (Point Break), film del año 1991 que estuvo dirigido por Kathryn Bigelow (ganadora de un Oscar por “Vivir al Límite”) y protagonizado por Keanu Reeves y Patrick Swayze, no era necesaria. Por lo menos, no con esta historia que, a propósito, se aleja mucho, por no decir demasiado, de la temática original y lo que representaba.
La premisa de un joven agente del FBI que se infiltra en un extraordinario grupo de surfistas que roban bancos sigue siendo la misma, aunque con muchas diferencias. Esta remake dirigida por Ericson Core (“Invencible”), presenta una visión propia que no sólo se enfoca en el surf -como la original-, sino en toda la cultura de los deportes extremos, empujando así el límite físico mucho más allá de lo que podemos imaginar.
Para empezar, la trama no toma lugar en California sino en Europa (Biarritz en Francia, los Alpes Suizos y los Alpes Italianos, entre otros lugares). El papel de Johnny Utah ahora lo interpreta el joven australiano Luke Bracey (“Lo Mejor de Mí”), quien aquí solía ser un experto en deportes extremos muy famoso dentro de la comunidad por sus videos en YouTube.
Por su parte, el venezolano Édgar Ramírez interpreta el papel de Bodhi, el líder de la banda -que en este caso no es la de “los Ex-Presidentes” (aunque se muestra algo similar en una de las primeras escenas). En realidad son personas que practican deportes extremos financiados por un magnate árabe, Pascal Al Fariq (Nikolai Kinski) para que completen “Los 8 de Ozaki”, una serie de ocho pruebas/lecciones que realizan en diferentes continentes para honrar las fuerzas de la naturaleza y aprovecharlas en pos de alcanzar grandes logros físicos que desafían los límites (claramente el “Punto de Quiebre” en la original y en ésta, representa dos cosas totalmente distintas).
Entre prueba y prueba (a eso se resume toda la película, que ni siquiera tiene un argumento sólido), el grupo filosofa sobre el sentido de la vida, la espiritualidad y la interacción que el ser humano tiene con la naturaleza. Además, hablan sobre el dar y el recibir.
No hay que ser injustos y destacar el increíble despliegue visual cuando los protagonistas, que en realidad son renombrados deportistas de distintas especialidades, realizan pruebas de snowboard, wingsuit flying, escalada libre, acrobacia con motos de alta velocidad y surf en olas de 21 metros. Sin dudas, es entretenido verlo y en 3D.
En cuanto al reparto, se completa con la australiana Teresa Palmer (“Soy el Número 4”, “Mi Novio es un Zombie”), quien dice dos palabras en toda la película y supuestamente representa un interés romántico para Utah, el cual no llega a desarrollarse del todo porque ni siquiera hay conflicto. Ni entre ellos ni entre los demás. Delroy Lindo y Ray Winstone, hacen lo suyo con sus respectivos personajes dentro de un arco argumental que no capta para nada la esencia de un clásico que, como escribí al inicio de esta review, nunca debería haberse adaptado.