El director de «Diablo» y «Kryptonita» vuelve a meterse de lleno en un relato que mezcla la marginalidad, la acción, el contexto del conurbano y la comedia negra. A Nicanor Loreti le encanta jugar y experimentar con el cine de género, más que nada con el policial pero también con la comedia (de hecho, su film anterior «Anoche», comprendía una comedia de enredos), los cuales en varias ocasiones supo combinar con buenos resultados en sus films personales, y no tanto con los que dirigió por encargo (las películas de «Socios por Accidente»).
«Punto Rojo» parece un regreso a los orígenes, con un estilo ya establecido, pero también con un ingenio producto de la idea que intenta plasmar el director en esta oportunidad y de las circunstancias que envolvieron al rodaje. Cuenta Loreti que quería presentar una historia alrededor de un personaje único sentado en un auto y teniendo que lidiar con conflictos que van surgiendo como resultado de una enigmática espera (algo que pudimos ver previamente en su cortometraje «Pinball» del cual Punto Rojo representa una ampliación básicamente), y que justo se dio la posibilidad de comenzar a realizarla en plena pandemia cosa que por un lado significó un problema, pero también una oportunidad.
Como bien dijimos, hay un personaje principal (Demián Salomón) en un descampado de la Provincia de Buenos Aires, sentado en su auto, escuchando un concurso radial de preguntas y respuestas sobre Racing Club. Mientras participa de este evento, el hombre es sorprendido por un hombre que cae desde el cielo sobre el parabrisas de su auto, seguido de un avión que se estrella en una zona aledaña. Poco a poco se irán revelando las incógnitas tras las extrañas circunstancias que rodean a este peculiar sujeto en una película que, mediante sus 80 minutos de duración, va escalando en desenfreno, acidez, situaciones hilarantes y disparatadas.
Lo interesante radica en cómo Loreti sostiene la tensión y el interés a lo largo del relato, apoyado casi exclusivamente en este personaje, y en un par de secundarios de breves apariciones, prácticamente en una sola locación y utilizando el recurso de flashback para ir develando cómo los personajes llegaron a esa situación o incluso por qué actúan de determinada manera. Se puede ver ciertos aspectos o influencias del cine de Tarantino (algo que ya había mostrado en «Diablo»), especialmente en ese aspecto de narrativa discontinua yendo y viniendo en el tiempo para conectar situaciones o atar cabos, aunque en «Punto Rojo» algunas cuestiones no terminen de cerrar tan armónicamente como en las películas del director norteamericano (sobre el final se van acumulando una serie de giros narrativos algo caprichosos y excesivos que comprometen todo lo elaborado previamente).
«Punto Rojo» resulta una propuesta entretenida, cuya economía de recursos supo ser explotada y aprovechada en pos de redondear una película pequeña pero fresca y rendidora, aunque por momentos este a punto de desbarrancar por abrazar el frenetismo hasta el límite.