Escenas de peronismo explícito
A modo ya no de sinfonía, sino de cumbia del sentimiento, PUTOS PERONISTAS narra la historia de la presentación en sociedad de la “Agrupación Nacional Putos Peronistas”, la primera agrupación peronista gay en la Argentina desde su antecedente, el Frente de la liberación homosexual creado a principios de los 70.
La idea que está dentro del film, y que es importante relevar por su carácter social es la doble marginación que sufren estas personas que habitan en su mayoría en nuestro negado Conurbano Bonaerense. Porque como bien dice una de sus protagonistas Ariana Cano, primera locutora transexual del país, vestida de Evita, en una gran fiesta.. “¡El puto es peronista, el gay es gorila!” y luego puntualiza “No somos un grupito gay más, no formamos parte de un gueto, creemos que la única minoría es la maldita oligarquía”. Los presentes, muchos, le cantan: “Acá están, estos son, putos, tortas de Perón”.
Desenfado y celebración e ironía: “esta película contiene escenas de peronismo explícito”. Son las marcas de una estética sin concesiones, que alude a la triple marginación: la elección sexual, la condición económica, y la pertenencia política.
Y esto flota en el aire en nuestra cotidianeidad, porque desgraciadamente no es lo mismo ser pobre, vivir en los márgenes y ser homosexual, lesbiana o travesti, que tener una posición social X, como juez, abogado, economista, empleado público finalmente, tener un cierto bagaje cultural y habitar y moverse en otros círculos, como los intelectuales por ejemplo.
Esto es real y es ajeno a las pertenencias políticas además, claramente.
Como bien lo muestra el cine de José Celestino Campusano. Duro No? O mucho más suavizado, en el barrio Talleres de la cordobesa De Caravana.
Su director realiza una especie de “road movie” muy visceral por las paradas de ruta, bares de todo tipo, los espacios donde se reúnen Pablo Ayala, portero de escuela y militante de la Juventud Peronista de La Matanza, La Matías, peluquero de barrio y transformista de noche y la Lara, mucama travesti de día y prostituta de noche, quienes finalmente arriban a la Plaza de Mayo, donde la Marcha del orgullo gay, va a coincidir con el día del militante peronista.
Hay escenas elegidas de ex profeso, entiendo, un tanto patéticas, que no le aportan demasiado al film, sino que al contrario diluyen su sentido inicial y esto ocurre en el entierro de nuestro ex presidente, donde se podía haber acudido a mostrar tanto “otro” de lo que sobraba en materia de sentimiento.
Lo cual es una lástima porque la intención es relevante, y esto no tiene que ver con la convicción o no, de que el Peronismo sea el único movimiento capaz de concretar una utopía de igualdad, para que en el pueblo reine el amor, porque esto al menos por ahora está muy lejos de las posibilidades concretas de esta sociedad en que vivimos. Lamentablemente, porque el poder es el poder provenga de la clase que provenga, aunque es siempre más refinado, si en cambio de estar tan asociado a lo económico se asocia un poco al saber.
Por lo que por otra parte no quita, que haya instancias que apuntan a la catarsis, que amerita mostrarlas para dar cuenta de que existe por fin, una apropiación de la palabra puto con la intención de vaciarla del contenido ofensivo, para llenarla de un contenido político anclado al imaginario de la justicia social, para de este modo poder asociarlos a aquellos descamisados de 45 y así poder lograr pasar a ser protagonistas de la Historia.