No es tan sencillo hacer un documental.
“Putos Peronistas, cumbia del sentimiento” se suma a la enorme cantidad de obras de este género producidas y estrenadas en nuestro país con un costo incierto, una distribución exigua y una peor difusión. Por caso en Capital Federal y Gran Buenos Aires se estrenaron 33 títulos durante el 2011; este es el noveno de 2012.
Cuestiones a margen, el análisis de una propuesta cuya intención es mostrar la militancia política de un sector de la población pasa por volver a las fuentes, o sea qué es un documental, para qué sirve, cómo se hace, etc.
Convengamos que cierta avidez por la investigación es una condición fundamental para abordar estas producciones, y un realizador al que le faltan preguntas poco podrá hacer por su criatura. Sobre todo si confía que las respuestas se hallarán sólo por prender una cámara y tener a alguien, más o menos interesante, contando su historia delante de ella. No quiero alarmarlo, pero no alcanza.
La idea es dar a conocer la inclinación y motivación política de gays, lesbianas, travestis y transexuales organizados en la agrupación nacional Putos peronistas desde hace bastante poco tiempo (2007), con un antecedente en los '70 debido a la presencia del Frente de Liberación Homosexual.
Gran temática en tiempos en los que la militancia y la diversidad de género están a flor de piel. En este sentido es bien oportuno.
Sin embargo, el andarivel elegido por Rodolfo Cesatti es el de establecer ciertas cuestiones sociales, en una zona más allá de la General Paz, como es el caso de los gays, marginados, golpeados, que además no tienen acceso a un sistema de salud sólo por ser homosexuales, este última una sentencia extrema bastante discutible pero, en todo caso, no hay más material que la palabra de los entrevistados para tomarlo por cierto. Aquí es cuando todo se vuelve discursivo y al espectador no le quedará otra que aceptar esta propuesta del realizador sin elementos que la sustenten.
Con los testimonios de "La Matías", "La Lara" y Pablo Ayala (todos habitantes de La Matanza), el director pretende llevar a cabo esta joven historia. No hay investigación profunda, el material de archivo no aporta nada que no hayamos visto en la tele y lo único a rescatar es la palabra de los protagonistas, quienes nos van armando algo parecido a una estructura en la que se apoya el interés por saber de qué se trata. “Putos Peronistas...” se vuelve "entrevista-dependiente" para subsistir. La imagen, entonces, pasa a ser circunstancial; colocándose más cerca del reality show que del cine.
Al menos no pude encontrar un sólo plano que exprese algo con la imagen. Son putos; son peronistas; por fidelidad partidaria están a favor del gobierno de la presidenta Cristina, y sufren marginalidad y discriminación. Punto. Es todo lo tenemos que saber y basta con que alguien lo diga para ser verdad. Pues bien, el género documental es claramente otra cosa. Y si no me cree, lo desafío a encontrar rápidamente las enormes diferencias entre esta película y “Tiempo Muerto”, el otro documental argentino que se estrenó esta semana.
Según el productor-guionista-realizador la fuente de inspiración que lo llevo a encarar el proyecto fue una bandera que se podía ver en una marcha cuyo slogan rezaba: "Putos Peronistas, La Matanza Presente". Con ese llamado de atención el siguiente paso fue buscar a la gente detrás de esas banderas. Hasta ahí genial. Sólo faltó procesar todo el material y hacer cine.