SABER DÓNDE UNO ESTÁ PARADO
La guerra de Malvinas fue el grito ahogado de una dictadura militar que se hundía y con ella una generación de jóvenes militantes y un país entero, socavado hasta los cimientos por la violencia, la muerte, la injusticia y una deuda externa exorbitante. A 35 años de tal combate innecesario, se estrena QTH, un film de Alex Tossenberger donde se narra la historia de cuatro soldados argentinos apostados en el destacamento militar del Canal de Beagle, al sur de nuestro país y justo en frente de las Islas Malvinas.
La película no explicita el tiempo de la acción: el mismo es presentado mediante los relatos entrecortados que se escuchan por una vieja radio. Estos traen la voz de los diferentes comunicados oficiales sobre el inminente desenlace, la posterior guerra y la inevitable derrota. Los personajes se encuentran bien definidos y denotan ciertos sujetos sociales de la época: dos “colimbas” inexpertos, recién arribados al destacamento y a la espera del entrenamiento ofrecido por el servicio militar obligatorio vigente en ese entonces; un oficial algo demente que entrelaza comicidad e incoherencia (encarnado a la perfección por el gran Osqui Guzmán); y un cabo que desborda humanidad por los maltratos perpetrados hacia los colimbas y por el clima de guerra.
Con la exhibición de bellos paisajes de nuestro sur, la película muestra de forma idónea cómo es vivir en el extremo más austral del continente, la soledad y la naturaleza que abundan en demasía por aquellos pagos. Al mismo tiempo, es interesante el juego de información que el film representa: a los espectadores no se nos explicita de forma clara lo que sucede (por más que se deduzca), así como a las colimbas no se les explica tampoco qué es lo que realmente sucede, a la vez que se los mantiene incomunicados con sus respectivas familias. El juego de información y desinformación que tan habituados nos tienen los medios hegemónicos. Con esta temática transversal a la historia del film, el mismo se vuelve vigente: por un lado, tenemos la desinformación (encarnada por los medios de comunicación radiales y el oficial que minimiza la gravedad del conflicto) y el deseo de saber sumado a la impotencia de los más débiles (representados en las figuras de los colimbas y del cabo).
Deviene entonces la reflexión punzante de la película: saber dónde uno está parado (ideológica, política, social y culturalmente) es importante para la historia de un país, ya que determinada postura marca el devenir de una nación. Traspolado al film, esta instancia está determinada por el QTH, la ubicación exacta que los apostados en el destacamento del canal le deben exigir a quienes circulan por las aguas australes. Interesante y arriesgado punto de vista sobre un hecho histórico que aún sangra en la historia de nuestro país, pero que es importante tenerlo presente, para saber dónde uno está parado, ayer, hoy y siempre.