Una de las películas más flojas del realizador de Roger & Me, Bowling for Columbine, Fahrenheit 9/11, Sicko y Capitalism: A Love Story.
A más de veinticinco años de su debut en la dirección con Roger & Me, queda claro que a Michael Moore puede pedírsele cualquier cosa menos sutileza y ecuanimidad. Quienes aspiren a encontrar esas virtudes en ¿Qué invadimos ahora?, bueno, que sigan buscando: el periodista devenido documentalista, reconocido internacionalmente desde Bowling for Columbine y Fahrenheit 9/11, se despacha ahora con el trabajo más manipulador y tendencioso de su carrera.
Estrenado en el Festival de Toronto del año pasado, el film parte de una premisa absurda, casi una excusa para que el director baje línea sobre lo que cree que es correcto y cuál debería ser el camino a seguir: viajar a distintas ciudades europeas –diez, por lo menos- para ver qué cosas podría copiar Estados Unidos para mejorar su situación.
Lo que muestra es un cúmulo de lugares comunes sobre la educación finlandesa, el sistema carcelario noruego, la alimentación en los colegios primarios franceses y la conciencia cívica de los fiscales islandeses, entre otras cosas. Para conocer estos asuntos Moore realiza las entrevistas más concesivas que se recuerden, dejando que los responsables hablen sin jamás atisbar un espíritu crítico sobre lo que dicen, como si le importara menos la comprensión de una serie de fenómenos multidisciplinarios que recortar aristas para que cuadren en una comparación con la realidad norteamericana.
Suerte de film institucional de la Unión Europea, ¿Qué invadimos ahora? ni siquiera tiene el veneno ni el espíritu contestatario que caracteriza a la obra de Moore. Por el contrario, aquí luce desganado, apagado, políticamente correcto y sin fuerzas. Igual que la película.