LA (PESADA) HERENCIA NORTEAMERICANA
Después de seis años vuelve a la pantalla una producción del documentalista Michael Moore con una propuesta que, si bien perpetua el usual estilo de sus films -como el de exhibirse en cámara realizando él mismo las entrevistas o bien, abordando las temáticas relativas al american way of life-, ofrece una exhortación sobre el ser norteamericano que no se reduce a una problemática específica como lo es la utilización de armas (Bowling for Columbine de 2002) o la relación entre el terrorismo y Estados Unidos (Farenheit 9/11 de 2004). Sin la inspiración evidente que la administración Bush propiciaba en el realizador, Moore construye un discurso -como siempre crítico- en el que la mirada se ubica tanto espacial como temporalmente a un nivel más general que le permite repensar no solo aspectos culturales del ciudadano norteamericano sino también elementos legales que sustentan ciertas prácticas que por momentos incluso logran contradecirse.
Tomando en consideración que su nación está atravesada por la idea del necesario y permanente ataque contra un otro, mecánica que no da respiro a las tropas desde Corea, Moore simula, en una clara parodia, ser convocado por la armada, la fuerza aérea y la marina con el fin de recibir su sabio asesoramiento. Respetando el concepto de “invasión”, Moore viaja a Europa y recorre diversos países para así robar sus mejores ideas, logros, éxitos sociales fundamentados y documentados. De esta manera, en ese gesto simbólico, una vez que cree haber aprendido la lección Moore planta la bandera norteamericana en suelo europeo al tiempo que expresa haberlos invadido.
Italia es el primer país que Moore visita. Allí conoce a una pareja que le relata infinidad de viajes al año que disfrutan gracias al hecho de contar con ocho semanas pagas anuales; provecho que se suma a las largas licencias por maternidad, casamiento y al beneficio de los aguinaldos. ¿Cómo ganan las compañías en este contexto? Para averiguarlo se acerca a empresas como Dolce Gabanna y Ducati y descubre que lo que vertebra tales prácticas es la creencia de que el stress atenta contra la producción. Es esta idea de “explotación” del placer la que decide llevarse a su nación con el fin de implementarla. De manera similar, le impacta el modo de ser francés. Amén de que visita comedores escolares y descubre que un almuerzo puede transformarse en una clase de nutrición y buen vivir, subraya el hecho de que estas caras comidas son pagadas a través de los impuestos de los ciudadanos. Así, la enseñanza francesa no es tanto el placer, o el vínculo que establecen entre el sexo y la educación, sino la manera con la que el detalle de impuestos, expresado en los recibos de sueldo, da cuenta, no solo de otras prioridades en relación a las norteamericanas, sino de la transparencia en el destino del dinero que administra el Estado.
De Finlandia, se “roba” el secreto de un alto nivel educativo, que consiste básicamente en anular la tarea escolar y fomentar el tiempo libre de los niños; de Sloveni,a la universidad gratuita para todos los que habiten suelo slovenio; de Portugal, su lucha por la dignidad humana que se refleja en la no prohibición del consumo de drogas. Y así sigue su periplo por Alemania, Islandia, Noruega, etc.
Tal vez lo más rescatable no sea tanto subrayar el éxito administrativo nacional, sino el hecho de que los logros, en muchos de estos países, se cimientan sobre claros fracasos que van desde el nazismo, dictaduras, intentos de privatización de la educación. Es decir, el documentalista no parte de la idea de que estas naciones son perfectas sino que son casos en los que se ha aprendido sobre la experiencia y no se pretende hacer la vista gorda de las mismas. Por otro lado, muchos de los entrevistados dicen haber sacado sus ideas más innovadoras de pensadores o incluso de la constitución de EEUU. Esto lleva a reflexionar sobre la filiación entre sucesos históricos norteamericanos y el resto del mundo. ¿Por qué las luchas en Chicago de 1886 por las jornadas de ocho horas, las vacaciones pagas y la sindicalización ven sus frutos en Italia y no en ese lugar de origen? ¿Por qué siendo Michigan uno de los primeros estados en abolir la pena de muerte en el mundo, EEUU sigue practicando esta punición?
Si bien Moore no intenta responder estas preguntas toma las experiencias y expectativas de otras naciones con el fin de repensar la propia así como invita a reflexionar sobre la herencia que EEUU ha tenido sobre otros y la ilusión de que tal vez estos otros países puedan iluminar el suyo.
¿QUÉ INVADIMOS AHORA?
Where to Invade Next. Estados Unidos, 2015.
Dirección: Michael Moore. Guión: Michael Moore. Producción: Michael Moore. Duración: 120 minutos.