Vamos “a los bifes”. “¿Qué Pasó Ayer? Parte II tiene tantas razones para no ser una buena comedia, como razones para funcionar muy bien.
La primera parte de la reflexión tiene que ver con el papel para calcar. ¿Se acuerda cuando tenía que calcar el mapa de Europa en la primaria? No salía igual, igual. Pero era bastante parecido, merced a las virtudes de la transparencia y al pulso de cada uno. En este sentido, los guionistas de la original eran Jon Lucas y Scott Moore, en la continuación son otros: Craig Mazin y Scot Armstrong. Sin embargo, la espantosa sensación es que tomaron el libreto anterior y reemplazaron Las Vegas por Bangkok, tequila por cerveza y resaca por terrible resaca. Sólo un par de situaciones en la vida de cada personaje son distintas dos años después. La fórmula se repite intacta, con lo cual la tercera puede ocurrir en Ghana o en Trenque Lauquen y el resultado será el mismo.
En esto hay que darle la derecha al público. Si el “Chavo del 8” o “Polémica en el Bar” (por citar dos ejemplos cercanos) siguen funcionando cada tanto seguramente no es por ser particularmente originales; sino porque se crea una dependencia del mismo remate de cada situación. Es algo que no he podido explicarme nunca. Está ahí, vigente. O sea, en un punto me aburren con la misma proporción de necesidad de poder verlas cada tanto. Ignoro si Sofovich, Gómez Bolaños y Todd Phillips (el director de ésta producción) se conocen. A lo mejor aprendió de otro lado.
Claro… Que tonto, discúlpeme.
Si en USA tuvieron 7 entregas de “Locademia de Policía” en el cine, más una serie de TV, evidentemente el análisis pasa por otro lado, lo que me lleva a la segunda parte de la reflexión.
Mucho de estas fórmulas depende del reparto. Si se tienen buenos actores para la comedia liviana con los que el público se engancha, el guión es lo de menos, o pasa a un segundo plano en importancia (“Piratas del Caribe, navegando aguas misteriosas” sería otro ejemplo válido). Con correr algunas comas alcanza.
“¿Que Pasó Ayer?” Parte II sitúa a Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms), Alan (Zach Galifianakis) y a Doug (Justin Bartha) al borde del casamiento del segundo (en la primera era Doug). Este quiere un desayuno como despedida de soltero (¿?), en desmedro de lo que quieren sus amigos, además de elegir casarse en Tailandia. Ocho minutos después están todos allá para cumplir con Stu, aunque antes de irse a dormir Phil lo convence ir a tomar un porroncito de cerveza a la playa. Uno diría: que la cerveza Tailandesa pega como ninguna, pero no, pues toman Budweiser nomás. Para descendientes de alemanes como yo, es como el agua con gas más cara, así que aquí hay alucinógeno encerrado, qué quiere que le diga, para que protagonicen una serie de situaciones descabelladas en tiempo presente directo, similares a las de la primera, con inclusión en paralelo de otras recientes en visión retrospectiva (vuelta atrás o flashback).
Con esto dicho, sería perverso de mi parte adelantar algo de lo predecible de la trama porque ya acordamos que esto no importa. Lo que importa son ellos y sus reacciones (por segunda vez) ante el cuadro de situación. Es allí cuando el espectador es invitado a ver un disparate tras otro (en el más amplio sentido de la palabra). He aquí la razón por la cual esta producción va a funcionar bien para los que gustaron de la primera y pésimo para los otros.
Nobleza obliga. Hay situaciones con las que me reí mucho por mérito de los actores, sobre todo merced a Zach Galifianakis (aquel de la buena comedia “Todo un parto” (2010), quién ya debería entender que está para algo mejor porque es realmente bueno. Muchas de las escenas se sostienen debido a él.
Tanto la fotografía como la edición son funcionales a la receta, lo mismo que la música. La elección de los temas (con letras que, en inglés, son alusivas a lo que pasa) parece un poco forzada. Punto en contra para el maquillaje que se cruzó varias veces con la continuidad del diseño de producción. De todos modos es un detalle.
¿Esta producción funciona como entretenimiento? Si le gustó la primera, sí. ¿Es buena? No. Salvo que exista mérito en repetirse. Le apuesto lo que quiera que la próxima es en África.
Punto.