Cuando se estrenó ¿Qué pasó ayer? a mediados del año 2009, tanto la crítica como el público recibió a esta novedosa y desaforada comedia como una brisa de aire fresco. Las desventuras de Stu, Phil, Alan en busca de Doug, el novio a punto de casarse perdido durante la despedida de soltero contaba con un par de armas secretas: un elenco parcialmente conocido que sorprendió gratamente a todos por su gran capacidad para la comedia, un guión armado como una película de suspenso para propiciar la intriga y las risas. El resultado fue una de las mejores comedias del año, lo que puso al director Todd Phillips en un pedestal, en condiciones de competir con el nuevo rey de la comedia norteamericana, Judd Apatow.
Sin embargo, pese a todas sus buenas condiciones, fue el éxito de taquilla lo que empujó a los productores a apostar (es un decir, porque la ganancia estaba asegurada) a una secuela y a intentar repetir la taquilla de la anterior. Hasta ahí vamos bien: es la historia de todos los días. El problema aparece cuando al tratar de igualar todo lo bueno de la primera entrega, se busca rehacer lo mayor posible y brindarnos prácticamente la misma película. Eso es lo que hicieron con esta segunda parte.
Si ¿Qué pasó ayer? era una película zafada, irreverente, sin pruritos a la hora de buscar la risa, mezclando comedia física con chistes escatológicos o chabacanos, la segunda entrega lleva todo eso a los límites más impensados. Se ve que Phillips pensó que más siempre es mejor y llevó los chistes a derribar todas las barreras de lo políticamente correcto que podrían haber quedado de pie luego de la primera película. Donde antes teníamos golpes y caídas, aquí hay balazos, palazos y bombas molotov. Donde allí había dientes arrancados, aquí hay tatuajes en la cara. Donde antes había rophinol ahora hay ketamina. Donde había anteriormente prostitutas, ahora hay... Bueno, imagínenselo. Aquí todo es más. Y todo es peor, sin ninguna duda.
Principalmente, el estilo de película de intriga deja de funcionar al repetirse tanto. Y claro, los personajes siguen teniendo su gracia, pero... ¿Cómo es posible que nadie agarre al idiota de Alan y lo boxee hasta que se deje de joder? ¡No existe amistad ni necesidad que pueda bancarse a ese tipo! Stu (Ed Helms) sigue siendo el más gracioso de los personajes (y el más castigado), Alan (Zack Galifianakis) el desequilibrado mental y Phil (Bradley Cooper) el carilindo que solo articula la relación de los otros dos. Y -sabiamente- el guión deja afuera de la aventura a Doug (Justin Bartha) que no había formado parte de las locuras de la primera, así que no forma parte de la verdadera manada. Ah, me olvidaba de -probablemente- el mejor actor del filme: un simpático monito que se la pasa de aquí para allá con un chaleco de los Rolling Stones.
Lo único que cambia en esta entrega es el desaparecido: esta vez Doug se va a dormir temprano durante un festejo en la playa, mientras que el que se pierde en algún lugar de Bangkok es el cuñado de Stu, que es el que se esta casando en esta oportunidad. En esta entrega también hay actores rutilantes en papeles secundarios como Paul Giamatti (Entre copas) y Nick Cassavettes (Contracara), ambos en roles poco interesantes.
¿Qué pasó ayer 2? es una comedia totalmente desaforada, que busca conseguir risas generando más la sorpresa o el impacto del espectador que con gags inteligentes (está claro que no hay chiste sin sorpresa, pero no toda sorpresa conlleva una risa, por supuesto). Una comedia que termina siendo algo divertida más por "arrastre", por concatenación de locuras, que por un mérito propio de cada situación. Sólo para fanáticos.