Inspiración interrumpida
Pasó lo que tenía que pasar: la primera Hangover fue novedosa y divertida, la segunda repitió el esquema pero en general también gustó y la tercera es definitivamente un simulacro de comedia donde todos pierden. En particular el confiado espectador que imaginaba imposible que el cierre de la trilogía no esté a la altura de las circunstancias. La sorpresa dejará asombrado a más de uno porque el realizador y guionista Todd Phillips en esta pálida ¿Qué pasó ayer? Parte 3 perdió la inspiración, el sentido del humor y casi cualquier vestigio de inteligencia para despedir con honores a los atolondrados Phil, Stu y Alan que vuelven a ser interpretados, respectivamente, por Bradley Cooper (se nota que está en la película sólo por el vil billete), Ed Helms y el inefable Zach Galifianakis que con sus salidas insólitas es el único motivo concreto para reincidir cuando ya no hay nada que estimule el interés. Ni siquiera el respetado John Goodman es capaz de darle un instante de lucimiento a su personaje de mafioso de caricatura. Ni hablar del insoportable Mr. Chow que encarna Ken Jeong con un entusiasmo digno de mejor causa. ¿Si no es gracioso, y coincidamos que no lo es, por qué insisten en seguir dándole minutos de pantalla hasta convertirlo en un protagonista más?
Todd Phillips nos tiene acostumbrados a un piso de cierto nivel cuando se trata de comedias. Recordemos que el tipo dirigió pasatiempos bastante logrados como Viaje censurado, Aquellos viejos tiempos, Starsky & Hutch y Todo un parto. No puede haberse olvidado tan fácilmente de su oficio. Sin embargo esta vez se extraña su gran manejo del género y la multiplicidad de recursos de Galifianakis no puede condonar un guión perezoso, chato y reiterativo en el que todos los demás actores restan en lugar de sumar. Phillips tomó nota de las críticas a la entrega anterior y por ende junto a su colaborador autoral Craig Mazin resolvió buscar una línea argumental que no repitiera la premisa utilizada hasta el momento. Si bien no se destaca por su originalidad no es ése el inconveniente de ¿Qué pasó ayer? Parte 3 sino la escasa convicción de todos los involucrados para sacar el proyecto adelante. Bradley Cooper y Ed Helms brindan interpretaciones horrendas refritando sus roles en piloto automático. Para completar el círculo el filme hace regresar a los amigotes a Las Vegas, tal como en aquella historia estrenada en 2009, pero el delirio aquí vuela bajo y sólo Galifianakis, cual Alfredo Casero yanqui, logra arrancar alguna que otra carcajada sonora explotando su físico rollizo con un desparpajo absoluto. No siempre acierta pero cuando lo hace su trabajo sobresale por mérito propio. La rara condición de Alan, un niño / hombre casi subnormal, al actor de Locos por los Votos le cae como anillo al dedo y rara vez se puede anticipar lo que hará. Ojalá pudiera afirmar otro tanto de la trama…
¿Qué pasó ayer? Parte 3 cuenta como la pandilla vuelve a juntarse por motivos de fuerza mayor: primero para convencer a Alan de que se interne en una clínica psiquiátrica y luego para tratar de recuperar una carga de lingotes de oro que Mr. Chow le robó al narcotraficante Marshall (Goodman). Caso contrario Doug (Justin Bartha, eterno segundón de la trilogía) será ejecutado por sus peligrosos compinches. El asunto no es mucho más que esta somera descripción. En su desesperado afán por salirse un poco de la ruta preestablecida en los títulos previos Phillips cambia de registro bruscamente hacia el humor negro incorporando algunas muertes poco habituales en una comedia. El resultado no podía ser más desalentador. Quienes lo hayan visto descubrirán que el tráiler revela los gags más rescatables y recién en el post final nos encontramos con una escena que le hace justicia a aquella despedida de soltero original devenida en un rompecabezas de cierto ingenio. Palabra que, por cierto, no existe en esta triste comedia de 100 millones de dólares de presupuesto. Mucha plata para tan pocas ideas.