Un final de fiesta apocado
La nueva entrega de esta saga no tiene el efecto de las anteriores, aunque conserva su incorrección. Pese a algunos momentos, queda en evidencia el agotamiento de la fórmula.
La tercera y última parte de la saga comienza de manera inmejorable, con un montaje paralelo que muestra a Leslie Chow (el formidable Ken Jeong) escapando de una prisión de máxima seguridad de Bangkok mientras que Alan (Zach Galifianakis) pasea feliz con su auto por una carretera remolcando un trailer con su última adquisición, una jirafa –"siempre quise tener una"–. Lo que sigue es que Leslie logra salir de la cárcel por los desagües en medio de un motín y Alan provoca un accidente que involucra un puente, la cabeza de la jirafa, un choque masivo y por supuesto, Alan sin un rasguño y sin dimensionar las consecuencias de sus actos.
El arranque es políticamente incorrecto pero absolutamente efectivo en el eje guarro que siempre tuvo la franquicia, pero se va diluyendo a medida que pasan los minutos, en un relato que tiene muchos buenos momentos pero que no alcanza la altura de las dos películas que la precedieron.
Esta vez no hay una boda inminente, tampoco una salvaje despedida de soltero, los protagonistas no actúan bajo los efectos de alguna droga lisérgica y menos aun hay una reconstrucción de los hechos a través de fotos prohibidas. En su lugar hay una intervención a Alan, con familiares y sus amigos, Phil, Stu y Doug (Bradley Cooper, Ed Helms, Justin Bartha), para convencerlo de que debe internarse y recuperar la cordura. Un excusa para emprender un viaje, esta vez a una clínica, el viaje donde todo puede pasar, otro de los tips de la saga.
Y lo que pasa es Marshall (John Goodman), que está buscando a Leslie desde que le robó algo más de 20 millones de dólares en oro. Los tipos comunes que siempre están en el lugar y el momento equivocado, son entonces los únicos que pueden encontrar a Leslie y para garantizar el trabajo, Marshall va a tener de rehén a Doug, custodiado por el Doug Negro –ahí se complica la historia para los que no vieron las películas anteriores, el chiste entre el Doug Negro y el otro remite al primer film–.
Con el protagonismo de Leslie en primer plano y Alan secundándolo, ¿Qué pasó ayer? Parte 3 ya no es tan virulenta, los protagonistas están más domesticados y el encargo de entregar a Leslie y a su botín transita un camino sin sorpresas, salpicado aquí y allá por buenos gags, la aparición de personajes antiguos –como el mencionado Doug Negro o Jade (la gran Heather Graham), la prostituta de Las Vegas que se casaba con Stu– y otros como Marshall y Cassie (Melissa McCarthy) totalmente desaprovechados.
En solitario y con algunos ajustes que borrarán las referencias de los títulos anteriores, la película sería una buena comedia desbordada, pero como parte de una saga original y efectiva, muestra el agotamiento de una fórmula y la melancolía de un final de fiesta apocado.