Hace 35 años pasaron cosas importantes. Una de ellas fue que Tom Cruise interpretaba en Negocios riesgosos a un adolescente en Chicago, que quedaba sólo en su hogar cuando sus padres se iban, y su carrera explotó.
No es que no haya pasado nada en el cine en el último tercio de siglo. La fórmula hijo-solo-que-organiza-fiesta-descontrolada tuvo miles de variantes, y entre las locales está La última fiesta, con Nicolás Vázquez.
Bueno, ¿Qué puede pasar? abreva en esa línea, tiene una escena calcada de Negocios riesgosos -el plano de Darío Lopilato bailoteando en su hogar-, pero esta comedia para público juvenil le agrega un costado entre risueño, de thriller.
Cuando sus padres (Osvaldo Santoro y Mirta Busnelli) se ausentan porque ganaron un viaje en una rifa en un restaurante chino (!), Marito Palooza llama a su mejor amigo (el exitoso standupero Grego Rossello), quien quiere hacer una fiesta “como en las pelis yanquis”.
Todo cuadrará cuando el personaje de Luciana Salazar llegue al negocio del padre de Marito y les pida que ayuden a ella y a su tío en silla de ruedas y sin poder pronunciar palabra (Emilio Disi, en su última película) a abrir una bóveda en su mansión y les pagará US$ 20.000. Lo mismo que su padre tenía escondido en el colchón de la casa, que Marito manchó con bebida y donó sin saberlo...
Lopilato y Rossello hacen buena pareja. El guión no es una virtud de gags, pero tampoco es grosero como la mayoría de los que tratan sobre hijo-solo-que... Lopilato se hace el Francella (tápense los ojos y escúchenlo), en la fiesta está siempre con una mochila puesta, y Rossello a veces se pasa de rosca.
Los directores Tambornino y Gruz los rodearon de actores con rodaje ( a Santoro y Busnelli, sumarle Luis Ziembrowski) en esta comedia pasatista, para ver sin prejuicios y pasar un buen rato. Es eso.