Percepciones
¿Cómo se percibe el mundo?, seguramente este interrogante resultó un interesante detonante para que la realizadora Sofía Vaccaro atravesara el universo de las preguntas en búsqueda de posibles respuestas, en un documental que a veces adopta la forma de ensayo cinematográfico y otras la más clásica con testimonios a cámara, pero que evade todo intento didáctico y se sumerge en la profunda subjetividad.
Qué ves, ecos de lo invisible tiene la particularidad de fluir a la par de sus siete historias, las cuales se relacionan entre sí bajo el denominador común de la utilización de los sentidos, aunque predomina en varias de las anécdotas la carencia de uno de los sentidos más importantes: el de la vista.
¿Se puede ver sin ver?; hasta qué punto se reconfigura un espacio en la mente valiéndose de los otros sentidos como el oído o el tacto parece responder positivamente la experiencia de vida de una madre no vidente que cría en perfectas condiciones a sus hijos videntes o en la performance de un bandoneonista ciego que ejecuta junto a otra compañera de ruta melodías con alta sensibilidad. La misma que se reconoce en la enseñanza o dedicación de la escritura braile a un niño en plena etapa de descubrimiento de ese mundo de otras sensaciones más allá de la vista.
Pero además de resignificar el uso de los sentidos, Vaccaro encuentra en su propia búsqueda otra modalidad que hace a la creatividad y a la experimentación, como por ejemplo el teatro oscuro, la conversión de la luz en sonidos o la técnica de una pintura concentrada en los destellos de una imagen. Esos elementos, a veces dispersos en el lienzo cinematográfico de Qué ves..., constituyen la verdadera esencia de este singular enfoque propuesto por la directora argentina y que merece la pena descubrir en la sala de cine.