Amable comedia apta para espectadores poco exigentes.
El título local con que se conoce acá “Hope Spings” puede llevar a equívocos y hacerle pensar al potencial espectador que se va a encontrar con una comedia del estilo de la última producción de Adrián Suar. Hubiese sido preferible elegir un nombre similar a los utilizados en Brasil (“Un diván para dos”) o Portugal (“Terapia para dos”) por ejemplo, ya que de eso se trata.
Sin duda el mayor atractivo de la nueva película de David Frankel (“El diablo viste a la moda”) es su dúo central de actores, pese a que en este caso quien sale mejor parado es Tommy Lee Jones. Aunque sea Kay, su esposa en la ficción interpretada por Meryl Streep, quien tome la iniciativa al intentar resucitar un matrimonio de 31 años de existencia, será Arnold (Jones) quien le pondrá el mayor condimento a esta comedia amable y al mismo tiempo dramática por su planteo.
Kay logra convencerlo de viajar a Hope Springs, en el estado de Maine, para ser atendidos durante unos días por el Dr. Feld (un deslucido Steve Carrell), un terapeuta cuya fama ella registra al visitar una muy famosa cadena de librerías en Estados Unidos.
La primera cita, que casi termina en un rotundo fracaso, logra sin embargo que la pareja acepte intentar la realización del primer ejercicio. Algo tan simple como probar permanecer abrazados en la habitación de su hotel (sin sexo, todavía) para acordarse como era. A esta altura ya sabrá el espectador que hace mucho que duermen en habitaciones separadas y que la última vez que hicieron el amor fue hace…varios años.
Y el experimento no fracasa del todo pese a que Arnold sólo cree que el Dr. Feld es un charlatán y que el dinero (una obsesión muy norteamericana) gastado en el viaje podía haber sido destinado por ejemplo a comprar algún “gagdet” o a la adquisición de un plan más amplio de cable televisivo. Pero Kay, en uno de los escasos momentos donde asoma el talento de la reciente ganadora del Oscar femenino, nos transmite su satisfacción ante un primer logro, que no durará mucho.
En efecto, en oportunidad de la siguiente sesión de terapia, ya no se hablará sólo de la falta de comunicación entre los cónyuges sino que se entrará en un tema más escabroso como es el sexo y las “fantasías” de ambos miembros de la pareja. Y de allí en más quien salvará al film de caer en la total banalidad será el actor de “Hombres de negro”. Su expresividad y la serie de gesticulaciones que realiza durante las sesiones así como los comentarios irónicos que irá haciendo serán el mayor sostén de la acción. Habrá incluso algún momento risible como una escena en un cine, donde se proyecta un famoso film francés (“La cena de los tontos”). U otro en una habitación de otro hotel donde será el turno de otro homenaje fílmico con la voz y la imagen de Humphrey Bogart en “El motín del Caine”, que pasan por la televisión.
El desenlace es bastante previsible y por ende poco original y probablemente provocará el rechazo del espectador más exigente.
Tampoco elevará el entusiasmo del cinéfilo la episódica presencia de dos actrices que tuvieron su momento. Ni Elisabeth Shue (“Adios a Las Vegas”) como una barman ni mucho menos Mimi Rogers, que fuera esposa de Tom Cruise y protagonista de “Peligro en la noche” de Ridley Scott y “Horas desesperadas” de Michael Cimino, aquí como una vecina, logran impactar.
Pese a los reparos, esta comedia logra su objetivo de hacer pasar un rato amable merced a la muy buena actuación de Tommy Lee Jones y a un tema de permanente actualidad.