Tras el reciente y estupendo El hombre de al lado, Mariano Cohn y Gastón Duprat reaparecen sin demora con una nueva y singular pieza, que es un digno producto de su lucidez y destreza. Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo es un largo y sarcástico título que remite a leyendas urbanas, pero que en realidad encierra una trama con incidencias más cercanas a lo fantástico que al imaginario popular. Una historia que arranca en el lejano oriente y que se traslada a un decadente café barrial en el que un rutinario hombre conoce a un persuasivo y magnético sujeto, aparentemente inmortal y dotado de poderes sobrenaturales, con el que establece un pacto. Un acuerdo de características extraordinarias que le deparará una segunda oportunidad en su vida y a la vez un gran resarcimiento económico; pero también un infierno en la tierra. Cohn y Duprat han combinado en otros films la ficción con el documental, y aquí incluyen un insospechado elemento testimonial, al escritor Alberto Laiseca, autor del relato en el que se basa el film, que interviene en varias oportunidades aportando formidables y mordaces apostillas. Precisamente la mordacidad y la audacia es una constante en un film que, con un poco más de ambición expresiva, hubiera sido excelente, pero que vale la pena disfrutar, incluyendo las sustanciosas interpretaciones de Eusebio Poncela y Emilio Disi.