Padre todopoderoso
Querido papá (Baba Joon, 2012), película de Yuval Delshad que fuera elegida por Israel como representante en los 88 Premios Óscar y que tuvo gran repercusión en el Festival de cine de Toronto, resulta ser un film dramático que de manera simple y contundente se construye como el retrato de una familia y a la vez, de una comunidad en Medio Oriente. Una apuesta directa y que si bien no posee elementos novedosos, se aferra con firmeza en el espectador a partir de la relación de un padre con su hijo. Un factor de valor universal que logra socavarse bajo el ideal de identificación.
Yitzhak dirige una granja de pavos junto a su esposa y bajo la supervisión de su padre que también estuvo a cargo de la misma siendo joven. El hombre quiere a toda costa que su hijo Moti, que acaba de cumplir 13 años, siga ese camino. Aún es pequeño pero su mayor deseo es que se vuelva un hombre duro con la fuerza necesaria para hacerse cargo de todo, al igual que él y que su abuelo. Sin embargo, Moti detesta la granja y no quiere saber nada de pavos ni ningún otro animal. Él prefiere la mecánica, lo electrónico y lo artesanal. Todo lo relacionado con construir con sus propias manos. El conflicto se agrava cuando llega el hermano de Yitzhak desde Estado Unidos, quién se dedica a la confección de joyas. Este tío es un renegado de su familia, otro que no quiso saber nada de la granja y escapo para hacer su vida. Moti verá en él la posibilidad de que existe la libertad de hacer otra cosa y alejarse de una vida que lo empuja al descontento.
La película tiene elementos melodramáticos que si bien no tienen el ingrediente del evento amoroso, es oscura en cuanto a sus características: el parricidio, la herencia familiar, el hijo que reniega del padre, un padre autoritario y una madre que sólo contiene. Casi que podría no encontrarse novedad en lo enumerado, pero la película los presenta con la fuerza necesaria para impactar en sus imágenes desérticas y cotidianas. Con elipsis bien marcadas, hacen del tiempo un participe importante puesto que el misticismo de seguir el camino paterno llega a un momento crucial. Es hora de decidirse, y padre e hijo saben que van al fracaso. Todo es forzado: Un padre desilusionado pero ya sabiendo que su hijo es débil y no quiere la granja, y un hijo que sabe que nunca se hará cargo de ella aunque se vuelva fuerte. Todos empujados hacia lo que no quieren, y como todo lo forzado, termina un día por estallar.
Es interesante también la relación con el trasfondo religioso. Más aun tratándose de una película procedente de Israel. Esa referencia a los padres que tienen una presencia muy fuerte sobre sus hijos, y la religión como elemento determinante para seguir existiendo. La llegada del tío es lo mejor, al ser un elemento foráneo que cuestiona todo lo estructurado, y poniendo en duda el orden. La suma total da la impresión de estar frente a una parábola o a un pequeño cuento cristiano con los personajes puestos a enfrentarse entre sí y esperando que aparezca Dios para salvarlos y les diga de la prueba a la fueron sometidos.
Un film sincero y sin mayores adornos que impacta con su final emotivo pero que saca el jugo no solo de su argumento, sino también por ser una buena muestra sobre una región determinada, donde hay una forma de vida cotidiana particular y unos paisajes que solo se encuentran en esas tierras. Y lo hace de forma mesurada, no olvida que lo importante es la historia en que estamos sumergidos y así nada queda al azar en una película concreta y sencilla.