Querido señor cuenta una historia más vieja que Cenicienta: el amor con barreras entre un hombre y una mujer de clases sociales diferentes. Hay mucho de telenovela venezolana de la década del ’80 en la tensión romántica entre Ashwin y Ratna, dos personajes de lo más esquemáticos: él es un niño rico que tiene tristeza; ella, una sirvienta pobre pero alegre y luchadora.
Una manera -tal vez la única- posible de apreciar esta película es tomarla como un paseo por la India, su cultura y costumbres. El colorido de los mercados, las caóticas calles de Bombay o las festividades religiosas forman parte de un contexto que da un respiro entre las previsibles escenas de interiores.
La directora Rohena Gera logra llamar la atención sobre características de la sociedad india, abriendo la puerta a un mundo medieval en el que el sistema de castas aún parece tener un peso decisivo, la clase baja parece esclava de la alta y, en las zonas rurales, el machismo es ley. Lástima que no consigue que funcionen a favor de la narración.