Primer largometraje de ficción de la hindú Rohena Gera, coproducido por Francia e India y presentado en competición en la 57ª Semana de la Crítica del 71º Festival de Cannes.
Ratna (Tillotama Shome) trabaja como empleada doméstica de Ashwin (Vivek Gomber), un hombre de familia adinerada. Aunque Ashwin parece tenerlo todo, Ratna puede sentir que abandonó sus sueños. Por el contrario, Ratna, que parece no tener nada, está llena de esperanza y trabaja con determinación por sus sueños. Cuando estos dos mundos colisionan y ambos conectan, las barreras que los separan parecen insuperables.
La directora indaga durante el film a la pregunta ¿Qué pasaría si se pudiese elegir a quien amar? Esta historia hábil y sutil sobre la atracción romántica y prohibida entre Ratna, una empleada doméstica, y su empleador Ashwin (Vivek Gomber), un soltero acaudalado de Mumbai, puede que nos guiñe hacia un estilo algo novelesco pero recomiendo situarnos en el contexto socio-cultural de la India para no caer tan fácilmente en el amor romántico planteado, desde el punto de vista de occidente, al que hoy varixs deseamos desterrar como doctrina, al menos en el cine, para siempre.
En India las “relaciones amorosas” son establecidas a través de los conocidos matrimonios arreglados donde dos familias se ponen de acuerdo para unir a sus hijes en miras a negociados y/o status, lo que significa que “el amor” como elección y prioridad de unión entre personas no sería un recurso válido, menos para el género femenino, sino una norma. Entonces, si esos vínculos llegaran a darse entre diferentes castas, donde su permeabilidad es casi nula, las consecuencias arrastrarían a una condena social que pesará, sobre todo, en las mujeres hindúes de menores recursos. Es por ello que Rohena Gera decide retratar una simple historia de amor para poder acercarse, sin moralinas y clichés, al verdadero conflicto central que la interpela.
La decisión de rozar estos dos mundos hindúes, totalmente opuestos, dentro de un mismo espacio de convivencia, nos hace ir más allá de las propias limitaciones, sin juzgar a la básica búsqueda de víctimas versus opresores y nos pone a explorar sus puntos de vista. De esta manera, sitúa al público en las formas de percibir el mundo de los personajes, consiguiendo que las diferencias sociales comiencen a igualarse orgánicamente a medida que elles se acercan como pares.
La dirección de actores y la elección de cómo mostrar cada uno de estos cosmos, conforman la parte fundamental en el desarrollo realista del film. Ratna, una divertida joven de pueblo, que ha quedado viuda a los 19 años, anhela ser diseñadora de modas; eso la lleva a trabajar como empleada para poder perseguir sus sueños con recelo y superarse. Por lo que no es condescendiente en función de su clase social y sostiene su dignidad a pesar del destrato propio del sistema. Ashwin, un apuesto joven, melancólico y obediente, se ocupa del negocio familiar y reside en un lujoso departamento de la ciudad que, por momentos, se convertirá en su propia jaula dorada. Este contraste entre ambos mundos está marcado desde el tratamiento correcto de la imagen que los contiene pero se sostiene principalmente en función de las no acciones y omisiones creadas a conciencia en sus diálogos, connotando que, por mucho que la directora deseara modificar las cosas en su país, seguramente no sería tan fácil modificar las costumbres arraigadas dentro de esta cultura.
Querido Señor es un drama de origen hindú que utiliza el romance prohibido entre una criada y su empleador como excusa para cuestionar el accionar socio-cultural en India. Su trama habla sutilmente sobre segregación, racismo de clases y abuso de poder. Pero transita por una delgada línea entre amor y obediencia, evidenciando la imposibilidad de saber hasta dónde el romance entre elles no es, en realidad, el resultado del sometimiento de la mujer; denotando, lamentablemente, la doctrina atrasada sobre que el género femenino puesto en servicio de un hombre, enamora. Lo que generaría ausencia de empatía en un público occidental.