La casta manda.
Así como de sutil es la confección de un vestido de tela, este opus de la directora Rohena Gera transita con parsimonia por las diferentes características de cualquier relato que pueda asociarse a lo novelesco. Sin embargo, lejos de esa marca aquello que caracteriza a Querido Señor es precisamente la multiplicidad de capas narrativas.
La historia es sencilla: Ratna (Tillotama Shome) es joven, viuda y busca el sustento y las rupias para que la familia de su difunto esposo no la señale con el dedo; o lo que es peor procure que vuelva a su esclavizante condición, diametralmente opuesta a la de la familia adinerada que la contrata como sirvienta en Bombay. Su sueño de estudiar y de aprender no recibe rechazo de su patrón (Vivek Gomber), a quien se dirige respetuosamente bajo el nombre de Sir.
Los contrastes culturales y el peso de una tradición, que a pesar de algunas modificaciones se ve sustentado en un tejido social sumamente rígido, hablan a las claras de la conflictiva que atraviesa la película de la realizadora, guionista, nacida en la India, quien convirtió en el terreno de la ficción un puñado de experiencias propias que llamaron su atención sobre el rol de la mujer en las mismas condiciones que la protagonista.
Si hay algo que destaque en cuanto a la fotografía de Dominique Colin y a la paleta de colores que acompaña una sobria puesta en escena, sin lugar a dudas el ritmo y la fluidez crean una atmósfera agradable de transitar sin dejar de lado la posibilidad de tomar contacto con un cine no industrial tan difícil de hallar como una tela de la India.