Como director de fotografía, Lawrence Sher trabajó varias veces al lado de directores especializados en comedia: sobre todo, junto a Todd Phillips, con quien compartió cinco películas, entre ellas las tres ¿Qué pasó ayer? Pero para su opera prima, eligió una historia menos alocada y más emotiva -al menos en teoría-, con un planteo con reminiscencias temáticas de Flores rotas y Mamma mia!: dos hermanos mellizos (Owen Wilson y Ed Helms) se enteran de que su madre (Glenn Close) les mintió con respecto a la identidad de su padre, y deciden salir de viaje por Estados Unidos a la búsqueda del verdadero.
Wilson y Helms cumplen con la premisa de la típica pareja dispareja: el primero es mujeriego, tiro al aire, irresponsable, alegre; el segundo es amargo, aguafiestas, perdedor con las mujeres, sensato. Hay algunos -pocos- pasos de comedia naif que funcionan en los sucesivos encuentros que van teniendo con sus presuntos padres (el ex jugador de fútbol americano Terry Bradshaw, J.K. Simmons, Christopher Walken).
Pero como toda road movie que se precie de tal, a medida que suman kilómetros, los protagonistas van acumulando enseñanzas. Y si el humor no era tan eficaz, el aspecto dramático del asunto, con el fortalecimiento del vínculo entre los hermanos como eje, es pobre y previsible. La frase del final (“La vida no es una carrera, lo que importa es el viaje”) dice mucho sobre la calidad del conjunto .