Tras el tardío casamiento de su madre y a propósito de una revelación filial, dos hermanos mellizos (que no podrían ser más distintos) deciden ir en busca de su padre, a quien no conocen. La búsqueda tiene sorpresas, y como el título original en inglés lo sugiere, Father Figures (Imágenes paternas), el progenitor puede ser muchos hombres. ¿Cómo es posible? La madre interpretada por Glenn Close es una criatura de la década de 1970, una época cultural en la que acostarse con alguien un día y en menos de 24 horas hacerlo con otro constituía una experiencia generacional. ¿Quién pudo haber sido entonces el padre?
En esta anodina y simpática comedia dirigida por Lawrence Sher, un director de fotografía devenido en cineasta, el erotismo enviste enteramente todos los vínculos. Cualquier diálogo introduce un chiste sexual, cualquier situación tiene de fondo un signo que remite al apetito sexual. Hasta el universo como fuerza abstracta y guía de la vida tiene algo de entidad lasciva. ¿Por qué esta fijación?
El gag inicial que atañe a la práctica diaria de cualquier proctólogo evidencia un principio general de la naturaleza humorística del filme: la desinhibición. Todo lo que se dice y se hace responde a un debilitamiento de los característicos inhibidores de la cultura y sus reglas implícitas de lo que puede o no decirse en materia sexual. La incorrección, de todos modos, es bastante moderada, casi como si se tratara de una comedia sexual para toda la familia.
Para cualquier comedia, el desafío es el mismo: la dosificación de las escenas cómicas y la regulación de las transiciones narrativas que van de un episodio hilarante a otro. Un maestro de este género exigente es aquel que sabe unir rítmicamente los pasajes narrativos con las situaciones cómicas. ¿Quién @#*%$ es papá? tiene sus lagunas, y en ocasiones luce escrita a las apuradas, aunque protegida por un elenco que puede dignificar cualquier ocurrencia. Basta sostener el plano unos pocos segundos para que el rostro de Owen Wilson resulte gracioso; su gestualidad contiene siempre una mueca que convoca una insensatez. Por su parte, Ed Helms explota muy bien su semblante circunspecto o ese perfil de hombre común que tarde o temprano necesita liberarse un poco. Las apariciones de J. K. Simmons y Christopher Walken son tan breves como eficaces y felices.
La ligereza de ¿Quién @#*%$ es papá? es tanto una falsa virtud como un límite. Sher prefiere la comodidad metafísica al potencial crítico de toda comedia. La vindicación discreta acerca del universo como una difusa inteligencia que ordena los actos de todo individuo viene acompañada de otros lugares comunes de la llamada espiritualidad (“lo que importa es el viaje, no la carrera”), postulados endebles y propios de la Nueva Era, compatibles con el llamado hedonista a disfrutar la sexualidad a todo momento.