a película de Brian Henson (si, el hijo de) plantea una ciudad de Los Ángeles donde los Puppets, marionetas con vida propia, conviven con los seres humanos pero son considerados ciudadanos de una categoría inferior. Ayi Turzi ya la vio y te cuenta qué le parece.
¿Quién mató a los Puppets? es una película quizás compleja de abordar. La trama sigue a Phil Phillips (una especie de Phillip Marlowe en versión marioneta azul) que carga con un pasado donde mató por error a otro puppet, siendo desafectado de la fuerza policial y reconvirtiéndose en investigador privado. Una masacre en una tienda que vende películas pornográficas y juguetes sexuales tiene como consecuencia su reincorporación, al menos temporal, a la policía, otra vez como compañero de Connie Edwards (Melissa McCarthy): es que parece ser que no fue un robo fallido y alguien anda detrás de los puppets integrantes de The Happytime Gang, una sitcom exitosa años atrás.
Hasta acá parece una pavada. Pero no. Primer advertencia, no es una película infantil. Y lo menciono porque, a pesar de su clasificación +16 años, había muchos niños en la sala, viendo como el dueño del local asaltado filmaba una película porno en la que un pulpo ordeñaba a una vaca, por ejemplo. La trama es un policial clásico, con pequeñas referencias no forzadas a los films noirs y con una búsqueda de química estilo buddy cop movies entre sus dos protagonistas, pero no deja de ser una comedia incorrecta políticamente por donde se la mire. Chistes subidisimos de tono, sexo explícito entre las marionetas y un lenguaje que no se priva de decir nada acompañan a la investigación policial sin saturar ni hacernos perder el foco de atención. Por momentos recurre a algunos juegos de palabras o gags que podríamos llamar bobos, blancos o inocentes, y esto puede generar dos cosas: o abre el espectro a un espectador un poco más naif, o hace bufar al que espera que la película esté a las chapas con chistes de pijas todo el tiempo.
Se podría decir que visualmente es discreta, por momentos incluso tiene una imagen un poco lavada. Los muñecos, a pesar de su construcción de felpa, se alejan de los tonos estridentes que estamos acostumbrados a ver en otras producciones. Lo que podría ser una búsqueda de identidad visual más adulta, de acuerdo al perfil de la película, termina generando que uno se olvide de los personajes en detrimiento de recordar algunos pequeños detalles, sobre todo violetas.
Y esto hay que decirlo: McCarthy no está en su mejor momento. Se la ve cansada, apagada, como desganada. Esperemos que vuelva al nivel de, por ejemplo, Damas en Guerra (2011).
La conclusión es: si quieren ver una comedia incorrecta y delirante, y van a saber perdonarle que por momentos peque de burda, ¿Quién mató a los Puppets? Es para ustedes. Si se horrorizan cuando alguien dice “verga” o denuncian algún posteo en redes sociales porque les indigna que “con eso no se jode”, no la vean. Les va a doler la panza del enojo.