¿Quién mató a los Puppets? es una película tan anacrónica, tan completamente ajena al cine actual, que es entendible que desconcierte a más de uno. De hecho, en este mismo instante, la crítica estadounidense la está destruyendo, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta que entre los promedios más bajos de un sitio como metacritic se encuentran grandes comedias como Billy Madison, Freddie cayó en la cuenta (o Freddie Got Fingered, la única película que Tom Green dirigió y una obra maestra descomunal) y El triunfo de los nerds (o A Night at the Roxbury). Pero, como decíamos, ¿Quién mató a los Puppets?, ya desde su punto de partida, recuerda a noventadas como Dino Cop (Theodore Rex, buddy movie con Whoopi Goldberg y un dinosaurio), Gnomo Cop (A Gnome Named Gnorm, del gran Stan Winston) e incluso las buddy movies entre humanos y perros de fines de los ’80 y comienzos de los ‘90 (léase, Socios y sabuesos, K-nino y, ohpordiós, Top Dog, con Chuck Norris). Y más allá de eso, hay algo en el tono de la película, en su humor festivamente guarango, que recuerda a otras épocas.
Al contrario de algunas comedias de los últimos años en las que la subtrama policial bajaba el nivel general de la película por lo perezoso del asunto (hola, Noche de juegos), Brian Henson -hijo de ya saben quién y director de grandes obras como Una Navidad con los Muppets y Battleground, este último un episodio de la miniserie Nightmares and Dreamscapes, basada en cuentos de Stephen King, sobre una batalla campal entre William Hurt y unos juguetes- conoce los géneros a la perfección y sabe muy bien cómo integrarlos. La película arranca como un film noir y tiene en su protagonista, el títere Phil Phillips (la película imagina una ciudad de Los Ángeles donde los “puppets” conviven con los humanos pero son considerados ciudadanos de segunda), un gran émulo de Philip Marlowe; un ex policía devenido detective privado que se la pasa fumando -la película nos regala varios planos bellos repletos de humo- e incluso se encarga de la narración en off. Luego llegamos al momento en que Phil debe volver a unirse con la detective Connie Edwards (Melissa McCarthy), su ex compañera en la fuerza, para investigar los asesinatos del elenco de una vieja sitcom llamada The Happytime Gang, la primera en reunir títeres con humanos, y es aquí donde la película deviene en buddy movie. Lo magistral de ¿Quién mató a los Puppets? es que funciona como un gran noir y como una gran buddy movie; Henson les da a estos dos géneros, que en cualquier otra película de estas características estarían presentes como mera cita, el mismo peso que a la comedia.
Y como comedia, ¿Quién mató a los Puppets? es antológica. Ya de por sí las escenas del local porno y del garche entre Phil y una clienta, que deriva en un lechazo épico por parte de nuestro héroe, deberían pasar a la historia. En especial esta última, ya que tiene que competir con aquella enorme sex-scene marionetil en Team America: World Police de Trey Parker y Matt Stone y sale más que airosa. Pero toda la película goza del mejor timing
posible, y no solo desde lo visual sino también por el lado de los diálogos, repletos de improperios hermosos cortesía del guionista Todd Berger. Pero tal vez lo más meritorio de ¿Quién mató a los Puppets? sea el hecho de que Henson haya logrado una película así de salvaje a partir de una narración concisa pero no apresurada, a puro clasicismo.