Pocas risas por acá
Con algunos buenos momentos de humor, “¿Quiénes son los Miller?” resulta una sucesión de gags con poca sorpresa para el espectador.
Jennifer Aniston y Jason Sudeikis se ponen al hombro ¿Quiénes son los Miller?, la comedia con inspiración de road movie y ritmo televisivo, del director Rawson Marshall Thurber. El primer problema es la acumulación de datos que ofrecen tráilers y anticipos al espectador que tiene muy poco por descubrir. Cuando el guion es chato, producto de un encadenamiento de gags, el desarrollo durante dos horas en el cine es decepcionante. El primer chiste que desata la aventura es la misión, sin salida, de David (Sudeikis), el dealer. Debe cruzar la frontera rumbo a México y traer un poco de marihuana. La picardía de armar una familia tipo con las personas que tiene a mano es una buena idea. El enmascaramiento de la situación siempre divierte, sobre todo, con actores con tanto entrenamiento para el cine de distribución masiva.
La película ofrece todos los planos posibles para que Aniston se luzca como estrella de la comedia, sensual en el club, juvenil en sus tenis. Rose es una stripper que no quiso prostituirse y accede al pedido de su vecino, por dinero. Es muy extraña la idea de prostitución que maneja el autor.
Los Miller pasan por diferentes pruebas, incluido el encuentro, otro clásico, con vecinos de ruta, tan diferentes como los Fitzgerald (mezcla mucho menos divertida que la de Locas vacaciones sobre ruedas, con Robin Williams). Así van rodando por territorio mejicano, con la postal repetitiva de paisaje geográfico y humano, unos narcos feísimos y sucesivos descubrimientos afectivos de cada uno de los integrantes del cuarteto.
Logra un personaje tierno el jovencito Will Poulter, como Kenny, cuya marca más notable es la virginidad. Escenas como la de la carpa, la lección de besos en familia y, en general, la caricatura de los Fitzgerald, ofrecen algunos buenos momentos de humor.
La película hace un planteo aparentemente desenfadado, los diálogos apuntan al lenguaje adulto y los delincuentes fotografían como pillos de comedia, pero, finalmente, gana el discurso serio y claramente aleccionador sobre la familia, la ley, la recuperación de los vínculos y el amor. Medio en broma, la historia se pone a tono con los fuegos artificiales del 4 de Julio patrio.