Además de todo lo que revela el trailer, y el afiche de “¿Quiénes *&$%! son los Miller?”, da las pistas que faltan para intuir mucho del desarrollo. Seamos claros: cuando estamos frente a una película previsible, sobre todo si es una comedia (nada peor que adivinar un remate), hay pocos factores que pueden salvarla. Entre ellos está el elenco.
Rose (Jennifer Aniston) es una bailarina stripper con algunas reservas, David (Jason Sudeikis) es un dealer de todo tipo de marihuana, Casey (Emma Roberts) es una malcriada que elige la rebeldía sin sentido para vivir casi en la calle, y Kenny (Will Poulter) es un chico de apariencia tonta y comportamiento aún más tonto, sólo sabe que quiere fumar un porro y, si puede, ser amigo de David. Los cuatro no tienen nada que ver uno con el otro. Serían los cuatro puntos cardinales en casi todos los aspectos de la vida y no tienen nada en común, salvo por ser todos solteros, sin lazos familiares importantes y con el deseo de que su vida fuese diferente.
David se mete en problemas por intentar salvar a ambos chicos de una pelea callejera, y es robado en su propio departamento, la plata y la droga. Amenazado por el capo se ve obligado trazar un plan para pasar introducir mucha “mercadería” de México a USA. Para pasar inadvertido debe armar una familia ficticia y cruzar la frontera en una casa rodante. ¿Hace falta decir quienes integran el clan? Se inventan el apellido del afiche y salen.
La comedia está plantada. Ahora la pelota la tienen los actores y la química que se pueda generar entre ellos, porque de por sí el guión propone a un norteamericano traficante que para salvar su pellejo y ganar guita se le ocurre imitar al norteamericano tipo.
Pero para hacer un breve e incompleto racconto, los creativos de MAD y de National Lampoon ya no están tan presentes en este género cinematográfico. Tampoco el trío Z.A.Z., ni Mel Brooks… toda la creatividad y comicidad más importante de USA está puesta, casi exclusivamente, en la tele con Larry David, Seth McFarlane, las sit coms y por supuesto Matt Groening con Los Simpsons que lleva 24 temporadas, y Saturday Night Live, cuna de algunos de los grandes cómicos contemporáneos.
¿Y el cine? No tiene tanta suerte. Todo parece haber derivado en humor escatológico y negro, muchos de ellos de dudoso gusto, o en pretensiones de sátiras o parodias que en realidad no son más que la copia de escenas famosas llevadas al plano del ridículo. Sinceramente, no es muy esperanzador.
A la luz de las circunstancias “¿Quiénes*&$%! son los Miller?” resulta más liviana de lo que parece, con algunos gags que funcionan en forma lo suficientemente espaciada y alternada como para no decaer. Jennifer Aniston (o su agente) insisten en mostrar su buena forma a los 44 años, así que, aunque rompa el verosímil y sea innecesaria para resolver cuestión alguna del argumento, la tendremos igual con un strip tease a medias.
La improvisada familia va a ir conociéndose en el viaje y deshilachando el par de subtramas que ayuden a llevar la historia adelante sin perder de vista el objetivo principal de entretener. Adicionalmente, los guionistas Bob Fisher y Steve Faber, responsables de “Los Rompebodas” (2005), se las arreglan para mantener a flote la historia porque hacen crecer dramáticamente a sus personajes. Los cuatro tendrán su lección y ninguno será el mismo al término de la película.
Viene poca buena comedia últimamente. “¿Quiénes *&$%! son los Miller?” no es la solución de nada, pero alcanza el piso mínimo de la risa bien gestada.