La del director Rawson Marshall Thurber es una road movie, un film de actores y también una película cuya única y principal ambición es hacer reír. Y si no hay mucho más allá de ese propósito es porque ya desde el comienzo promete un simple juego de humor con lo conocido; una mirada de complicidad al encuentro de la cultura visual hollywoodense grabada en nuestras retinas. ¿Quién *&$%! son los Miller? es una historia situada en un mundo prestado, frágil, falso, pero con una idea clara de lo que sus actores y los clichés del género pueden aportar a la construcción de una comedia desinhibida e inconteniblemente risueña.
La historia que sirve de excusa tiene como protagonista a David (Jason Sudeikis), un traficante de drogas que convence a tres extraños de hacerse pasar por su familia para traer marihuana desde México hasta Estados Unidos. Lo que importa allí es, en realidad, todo aquello que esos extraños que interpretan Sudeikis, Jennifer Aniston, Will Poulter y Emma Roberts pueden ofrecer como actores en el juego de representar una familia en una situación de tensión constante, y más allá de toda lógica o verosímil. La escena del striptease de Aniston frente a su familia y enemigos es, en este sentido, muy clara: durante esos minutos en que comprobamos junto a los personajes que la actriz sigue en plena forma a sus cuarenta y tantos, la ficción se diluye. Por eso es que no resulta del todo inoportuno que, en la misma escena, Sudeikis mire a cámara y haga un gesto de complicidad, como un permiso para abstraernos del mundo Miller que la película no sólo nos permite a nosotros sino también a sus protagonistas.
Con todo, hay algo de magia en lo que ¿Quién *&$%! son los Miller? consigue gracias al humor y la confianza en sus actores y a costa de la desprolijidad y el desperdicio de otros recursos audiovisuales. En medio de todas las falencias, la película reemerge desde el cliché y reafirma su condición de comedia, acaso con la fuerza de uno o dos pilares a los que se aferra con la fuerza suficiente como para nunca llegar a desmoronarse.