Ah, qué terrible el mundo del pop, tan bajo, tan lleno de artificios y vicios varios, tan hipócrita. En fin, esos son nuestros prejuicios y, aunque Leonard Bernstein haya hecho Amor sin barreras, van a seguir. Es buen campo, entonces, para desarmar otros. El cuento que narra Quiero bailar con alguien es simple: Whitney Houston, alguien brillante y carismático, llega a la cima con su talento y cae luego, hasta fallecer, por culpa de sus vicios. Uno podría elegir momentos, canciones de esta película donde Naomie Ackie logra que creamos estar en un recital constante de Whitney. Ejemplo: el himno estadounidense, la del Guardaespaldas, cualquiera. Detrás hay un cuento donde subir y caer y perder por amor está hilado de modo arquetípico. Por suerte, el film no carece de humor ni de defensa de la (in)utilidad del arte, pequeño o grande. Whitney Houston se merecía un Oscar.