Las biopics musicales parecen haber recobrado en los últimos años la popularidad que tuvieron décadas atrás. Probablemente, dicho resurgimiento haya comenzado con el éxito de «Bohemian Rhapsody» (2018), floja y despareja película que buscaba adentrarse en la fama alcanzada por la banda británica Queen. Luego le siguió «Rocketman» (2019), dirigida por Dexter Fletcher, quien había sido el encargado de finalizar la dirección de la película que contaba la historia de la agrupación precedida por Freddy Mercury, debido al escándalo en el que se vio envuelto Bryan Singer. Aquella segunda biopic supo encontrarle una aproximación un poco más original a la vida y obra de Elton John. En el medio tuvimos un gran número de películas olvidadas como «The Dirt» (2019), que contaba la historia de Mötley Crüe o «Respect» (2021) que buscaba hacer lo propio con Aretha Franklin.
La tendencia parece haber sido profundizada con la confirmación de las biopics de Amy Winehouse y Michael Jackson, así como también con dos películas que se estrenaron el año pasado. La primera es «Elvis» (2022), la cual, con aciertos y fallas, demostraba tener un estilo propio y una personalidad que solo un director de la talla de Baz Luhrmann puede estampar en la adaptación audiovisual.
Y la segunda es el film que aquí nos reúne y que se estrena en las salas argentinas esta semana. «Quiero Bailar con Alguien» («Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody») narra los acontecimientos más importantes de la vida de la cantante Whitney Houston (interpretada por Naomi Ackie en un rol complejo que seguramente dispare su carrera en Hollywood). Un retrato que nos llevará desde sus comienzos cantando en la iglesia y haciendo los coros en los conciertos de su madre hasta convertirse en uno de los íconos del pop norteamericano y un emblema de la comunidad afroamericana.
El resultado es algo anodino y chato, principalmente porque incurre en todos los lugares comunes y en las fórmulas de estos relatos que suelen centrarse en la vida de artistas reconocidos. A no mal interpretarse, la película resulta correcta en casi todos sus aspectos con una dirección prolija y sin demasiado despliegue de Kasi Lemmons («Harriet», «Talk to Me»), una interpretación maravillosa de Ackie y una reconstrucción tanto de los hechos como de la época bastante acertada, no obstante, ya es muy repetitivo y trillado el recurso de la narración del ascenso meteórico, precedido por las miserias de la fama, los problemas familiares, el ojo inquisidor de la opinión pública y el inevitable descenso trágico. Todos estos largometrajes (al igual que como estuvo pasando con las películas de superhéroes los últimos años) parecen ser cortados con la misma tijera, siguiendo una narración clásica y llevando al espectador hacia un terreno conocido, sin sorpresas y con una familiaridad que deja de ser agradable para empezar a generar agotamiento. Si encima a eso le sumamos que el relato cuenta con una duración bastante extensa de 146 minutos, con un segundo acto bastante largo, puede que la experiencia se haga un poco cuesta arriba.
«Quiero Bailar con Alguien» puede que esté mejor realizada que varias de las películas cuya fórmula repite hasta el hartazgo, sin embargo, eso no resulta suficiente (al menos no para quien escribe) para que la experiencia sea del todo satisfactoria. Obviamente que los fans de la cantante disfrutarán de una banda sonora bastante atractiva y de algunos pasajes entretenidos, pero ya va siendo hora de que este tipo de historias se alejen un poco de la norma para sorprender y darle algo más al espectador.