Quiero secuestrar a mi jefe.
El universo de las secuelas se maneja bajo reglas inamovibles: si la primera película funcionó, que la segunda no se aleje mucho de esa premisa exitosa. Si los protagonistas enfrentaron un conflicto determinado, en esta segunda vuelta que enfrenten un conflicto similar pero a mayor escala. Si un personaje secundario funcionó en la primera, traigámoslo de nuevo para llenar los huecos. Estas reglas y algunas más están muy bien resumidas en el viejo dicho "si no está roto, no lo arregles".
Algo de todo eso sucede en Quiero Matar a mi Jefe 2 (Horrible Bosses 2, 2014), que por momentos sale airosa del karma de las secuelas, y por otros lo padece. Por si alguno no lo recuerda, la primer película (Horrible Bosses, 2011) contaba la historia de tres amigos (Jason Bateman, Charlie Day y Jason Sudeikis) cansados de los abusos de sus respectivos jefes, quienes deciden asesinarlos con la ayuda de un criminal de poca monta, lo que llevaba a un sinfín de enredos aptos para mayores de 18 por su naturaleza sexual y soez.
En esta segunda entrega nos encontramos nuevamente con los tres amigos, quienes ahora son sus propios jefes y desean llevar adelante el sueño americano de fundar su propia compañía y hacerse millonarios con un producto revolucionario. Pero los problemas no tardarán en surgir cuando un codicioso empresario (Christoph Waltz) y su malcriado hijo (Chris Pine) los engañen, poniendo en peligro el futuro de la aventura empresarial. Ante esta situación el trío no tiene mejor idea que desarrollar un elaborado plan para secuestrar al hijo del magnate, y conseguir el dinero suficiente para mantener su empresa a flote.
La premisa inicial es lo de menos en este tipo de films de la nueva comedia americana en clave Judd Apatow. Lo importante es ver a los protagonistas haciendo lo suyo, léase meter la pata, confundir los planes y complicarse a causa de sus propias limitaciones. Todos queremos llegar al momento en que la desgracia de estos personajes se catalice en forma de comedia. Y esos momentos son más eficientes cuando el trío Bateman-Day-Sudeikis entra en sincronía y no sobrecarga cada una de las escenas, potenciandos también por las participaciones de los enormes actores secundarios sobrevivientes de la primera parte, Kevin Spacey, Jamie Foxx y Jennifer Aniston. Los tres funcionan como ancla: cuando la historia parece ir a la deriva, su presencia acomoda todo en su lugar. Pocas películas pueden darse el gusto de tener a tres ganadores del Oscar de la Academia (Spacey, Foxx y Waltz) en roles secundarios. De igual forma sorprende Chris Pine, moviéndose con soltura en un terreno cómico que no suele ser su hábitat natural.
Y cuando hablamos de comedia en clave Apatow, nos referimos específicamente a un humor cuya base siempre son los gags sexuales y escatológicos en todas sus formas y colores. La película se apoya en esto para lograr el golpe de efecto, para sacar la risa fácil del espectador sentado en la butaca, y tal vez no se da cuenta que el real potencial humorístico, su verdadero capital, yace en la performance de sus actores y cómo estos interactúan. Sin duda los mejores momentos de Quiero Matar a mi Jefe 2 son aquellos en que la química de sus intérpretes toma por asalto la pantalla.
Dentro del extensísimo universo de las secuelas, podemos decir que Quiero Matar a mi Jefe 2 es una continuación que responde relativamente al desafío, sabiendo mantener las claves que funcionaron previamente, repitiéndose lo mínimo y necesario, y agregando nuevos elementos que refresquen sin separarnos demasiado de la premisa original.