Ni Jennifer Aniston salva esta bobada
Si la primera "Quiero matar a mi jefe" no era especialmente inspirada, esta secuela no mejora las cosas. Especialmente, porque el trío de empleados resentidos y fracasados (Jason Bateman, Charlie Day y Jason Sudeikis) tienen menos matices que en la película anterior, ya que ahora se quieren asociar para vender un estúpido accesorio que combina jabón y champú en la ducha, y dado que los tres tienen personalidades y conflictos muy similares, este giro de la trama no ayuda a que se vuelvan más carismáticos o divertidos.
El mejor personaje, la dentista acosadora, ninfómana y especialmente depravada que encarna Jennifer Aniston, reaparece sólo para repetirse de manera gratuita, pero igualmente bienvenida, mucho más que el ex jefe psicópata Kevin Spacey y el asesor criminal Jamie Foxx. El villano que podria aportar la mayor novedad es Christoph Waltz, muy poco aprovechado como el empresario trucho que arruina los sueños de independencia laboral del trío (traición que activa la historia boba sobre el secuestro de su hijo, un bueno para nada interpretado por Chris Pine). Entendiendo que el argumento es pésimo, y que los personajes básicamente repiten forzadamente lo que hacían en el film anterior, queda claro que esta comedia no tiene el toque Lubitsch. En todo caso, los fans de Jennifer Aniston podrían pagar la entrada al cine. Los demás, no.