Secuela de manual
En el 2011 se estrenaron buenas comedias y Quiero Matar a mi Jefe no fue una de ellas. El film de Seth Gordon no tenía muchas pretensiones pero su mayor falta radicaba en un guión que no sabía resolver orgánicamente ninguna de las premisas que planteaba en su inicio. Con una segunda parte en manos de otro director (Sean Anders) un poco más experimentado en esto denominado nueva comedia americana (si es que puede seguir definiéndosela así o si acaso alguna vez existió tal cosa) quedaba la esperanza de dar un giro completo respecto de la original y tener una buena película. No fue el caso tampoco.
Quiero Matar a mi Jefe 2 resulta mirable, la duración de la película no pesa y encuentra un buen ritmo en su narración. Nada más. Tal vez para muchos eso sea suficiente y en ese caso deberían ver esta nueva entrega porque no van a salir defraudados. Personalmente creo que la película de Anders no busca aportar nada respecto de la anterior más allá de esa estúpida regla de las secuelas de potenciar al cuadrado las mismas situaciones que la entrega anterior. Siguiendo esa regla, se opta por un absurdísimo que, al no estar bien construido, hace temblar el verosímil del relato todo el tiempo. El absurdo es quizás de las técnicas más complejas de usar en una comedia, la construcción de ese tipo de gag lleva una elaboración meticulosa previa para dejar al espectador servido y preparado para cualquier cosa. En el opus de Anders eso no pasa, quedando entonces, una compilación de situaciones que se podrían encontrar con mejor resultado en YouTube ya que el audiovisual web permite otras licencias a la hora de establecer la cohesión y la coherencia.
Quiero Matar a mi Jefe 2 no funciona y lo peor es que, al igual que la primera, tiene todas las herramientas necesarias para hacerlo.
Por supuesto se apuesta por la referencia hacia la obra anterior y muchos de los enredos dependen pura y exclusivamente de la relación del espectador con la película estrenada en el 2011. El grupo de amigos sigue sin generar la química necesaria para mantener el desafío dramático de compartir escenas con las figuras invitadas.
Hacia el final, después de ver ese desenvolvimiento hacia el absurdo o, dicho más claramente, la manera en que las cosas se van cada vez más al carajo uno ya percibe que la resolución no va a poder estar a la altura en que el relato la puso. Finalmente esas sospechas se cumplen y el tercer acto defrauda.
Quiero Matar a mi Jefe 2 es una película para ver en un largo viaje en micro (no en avión) aunque también sería muy bueno que la emitan mientras haces la fila en el cine para ver una buena comedia. Con tan floja previa cualquier película parece ser un buen plan después.