Ser un ciudadano más, sin poder destacarse frente a los demás, puede ser una realidad o una sensación, depende de la personalidad de cada individuo. Tratar de sobrellevarlo, comprenderlo o modificarlo, es un trabajo permanente, como el que realiza el protagonista de esta curiosa película, Miguel (Sergio Corach, quien también la dirige, escribe, produce, etc.
Sin apoyo económico oficial, haciéndola a pulmón, con aportes de conocidos, mucho ingenio para aprovechar al máximo todos los recursos disponibles, en especial, la calle, que es un personaje más en esta historia, la realización se centra en la vida de Miguel, un treintañero que vive solo y lucha diariamente contra sí mismo, porque la baja autoestima es su principal enemigo. Se siente infeliz, hastiado, desesperanzado, angustiado y, por sugerencia de su psicólogo, escribe todos los días un diario íntimo para volcar allí sus sensaciones, pensamientos, ideas. Pero a él le resulta repetitivo. Todos sus días le resultan iguales y tediosos. Hace todo por inercia. Va al trabajo en bici y lo odia, espera recibir una respuesta telefónica de su novia, o ex novia, y no lo soporta.
Su existencia es aburrida y gris, como el film que es en blanco y negro, excepto, cuando mira dibujitos en su casa y del televisor se ven en colores, o también cuando observa unos murales en la calle.
Estéticamente jugada, al igual que el lenguaje ordinario que utiliza en off, cuando monologa interiormente, que, de tan repetitivo produce rechazo, pero que tiene que ver perfectamente con lo que se está contando, y en función de la característica del protagonista, que es parco, serio, hasta que se cruza un par de veces en la calle con un ex compañero de colegio. Pablo (Ezequiel Ludueña), y su presencia le sacude la modorra, lo saca del letargo. Este suceso le da una inyección de optimismo a Miguel, quien comenzará a hacer cosas que antes no se atrevía, o no se decidía a hacer.
Pero como en todo, y la vida misma no es una excepción, hay que tener suerte. Cuando las cosas empezaban a cambiar un infortunio trastoca sus planes y queda desamparado nuevamente.
El film no es innovador, pero tiene características singulares que los diferencia de otros. La utilización elaborada del arte y sonido. Sumado a la filmación de innumerables tomas, con planos generales, en la calle, como imágenes obtenidas sin pedir permiso, contrasta notablemente con el modo de dialogar de todos los intérpretes. No parecen humanos, carecen de inflexiones, cadencias y tonalidades en el decir. Es como si lo emitiese un programa de computación, pese a que Miguel no es una máquina, sino una persona harto sensible que camina a la deriva.