LO HUMANO DETRÁS DEL SÍMBOLO
La decisión del director Fermín Rivera parece un tanto ambiciosa, aunque el cuerpo de esa obra (un documental de algo más de 60 minutos) lo desmiente: cómo sintetizar en tan poco tiempo la vida del periodista y escritor Rodolfo Walsh, con toda la carga simbólica que existe sobre su figura. Autor de una obra mítica y fundacional como Operación masacre y de la ejemplar carta a la Junta Militar, desaparecido en marzo de 1977, ícono y bandera de la militancia y símbolo de aquellos años de dictadura en el país, dueño de una vida que, como él mismo decía, sintetizaba la vida de la Argentina, con todas las contradicciones a cuesta. La respuesta de Rivera parece ser la de merodear al mito, pero centrarse en el niño y el hombre, en las etapas previas a la construcción de Walsh. Demorar lo que todos ya conocen, y construir en ese camino al personaje. Por eso, tal vez, el título de la película hace mención en forma de sigla al nombre completo del escritor.
R.J.W. es un recorrido biográfico, con testimonios de su hija Patricia, de aquellos que lo leyeron y lo estudiaron como Juan Forn o Juan José Delaney, entre otros. Como documental biográfico tiene el recorrido lógico de abordar al protagonista desde la infancia, con el objetivo de encontrar en ese lugar el germen del personaje: y algo encuentra Rivera, cuando se comprueba que a Walsh le resultaban más sencillas las palabras a través de la escritura. Un poco por influjo de su madre, pero otro tanto por propia determinación, las letras serían su futuro y, de alguna manera un poco poética, su condena. R.J.W. no se vale desde lo formal de ningún recurso para destacar, pero sí tiene la pertinencia de alejarse de la mirada lineal sobre su objeto de estudio: ahí está cómo síntesis de ese camino zigzagueante en el imaginario de Walsh que fue su relación con el peronismo. Es ahí donde la película se baja de la construcción del mito y se abraza al componente humano.
Pero por otro lado, con la aparición en pantalla del peronismo, la película parece encontrar un límite. En el último pasaje del documental, Rivera elige abordar al peronismo ya no desde la perspectiva de Walsh sino desde la perspectiva personal. Y si bien uno entiende que esa fuerza política obró como un objeto de seducción y rechazo para Walsh, y que hay allí una relación que se expresa incluso sin necesidad de decir nada, R.J.W. se desvía innecesariamente para hacer un recuento de aquellos días de la Revolución Libertadora, el bombardeo de la Plaza de Mayo, el derrocamiento de Perón en 1955. Parece otra película, insertada adentro del documental que se nos venía contando. No se entiende a qué responde esa decisión de Rivera, puesto que su recorrido sobre la vida de Walsh era más que interesante. Y mucho más aquellas definiciones sobre sus métodos de escritura, verdaderas clases magistrales que nos permiten ver lo que muchas veces permanece oculto o indescifrable; por lo demás, una de las características de la obra del autor de Operación masacre y que aquí se nos revela.